|
Predicación para el 3° domingo
después de Epifanía,
25. 1. 2004 |
“Un juicio y un regalo”, Lucas 4, 14-21 “El espíritu del Señor está sobre mi, porque me ha consagrado
para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad
a los presos “ No quiero decir que ya lo haya conseguido todo, ni que
ya sea perfecto; pero sigo adelante con la esperanza de alcanzarlo,
puesto que Cristo Jesús me alcanzó primero. Hermanos,
no digo que yo mismo ya lo haya alcanzado; lo que sí hago es
olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo
que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio celestial
que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús.” Introducción La realización mesiánica que proclama Jesús en el templo no es bien recibida, en realidad este episodio es citado con frecuencia como la causa política y religiosa de la crucifixión de Jesús, su enemistad pública con el fariseismo y la casta sacerdotal y la amenaza que represente su proclamación para le buen orden y la paz, tal como lo entendía la “pax romana”. Así lo relata por ejemplo Gerard Theissen en su libro “La sombra del Galileo” El hecho de que Jesús ponga en su boca las palabras del profeta Isaías se recibe con ira (v. 28) y con violencia (v.29) “echaron a Jesús del pueblo”, el pueblo donde se había criado. Estamos en el ministerio galileo de Jesús de Nazaret, en ese preciso lugar, ubicado por Lucas de forma paradigmática, para señalar, justo después de la tentación, que la conciencia mesiánica de Jesús no pasa por la aclamación de sus compatriotas, ni del “status quo”, sino que va a calar en los necesitados, que este capítulo 4 va a desarrollar en lo sucesivo: ¿No es este el hijo de José? La contradicción en la esperanza mesiánica nos viene explicada
por el libro del profeta Malaquías que va a marcar la esperanza
de un Mesías en el Nuevo Testamento. Cuando Jesús pregunta
a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo?,
y estos responden que algunos piensan que Elías ,
están recogiendo la inquietud de un Mesías que Malaquías
había manifestado como la confianza de un retorno de Elías, Así termina el Antiguo Testamento, con la conciencia de que un mensajero es necesario para provocar la reconciliación antes del juicio . Esto es lo que se llama la esperanza de un Mesías, un mediador, un ungido de Dios, enviado por el mismo Dios para poner paz y dar una última oportunidad. Malaquias significa mensajero, y el propio profeta anuncia ese mensajero, tomando las palabras de Isaías, “ para que prepare el camino ” y en segundo lugar para que llegue “el pacto que vosotros deseáis” (Malaquias 3, 1). Lo que se cumple de la Escritura, no encaja en las expectativas, ya que en Jesús se manifiesta un orden realmente nuevo, que cuestiona y exige a las estructuras político-religiosas y atiende a los que el profeta Isaías señala como destinatarios de la buena noticia. Había que cambiar, pero no para servir, sino para reinar, es el modelo de lo político como “arte de lo posible”, según la crítica de Norberto Bobbio, y que según el fallecido filosofo italiano, difícilmente encaja con la ética. Para Jesús la ética y lo mesiánico son inseparables. En esta meditación vamos a ver con el profeta y con evangelista Lucas, que significa para nosotros esa realización mesiánica, la celebración del cumplimiento de las promesas de Dios. Pablo con lo que escribe a los Filipenses será el eje de nuestra reflexión. (Tema central del sermón) Hemos referido de Malaquias que el mensajero enviado por Dios viene cargado
de regalos : No podemos dejar de citar que el profeta se refiere a esta venida en un contexto de juicio , en realidad el encuentra que hay un problema serio en la conducta moral del pueblo de Israel, que no podrán tenerse en pie ante la presencia de Dios, y habla especialmente de los sacerdotes: “Dios vendrá como fuego, como jabón que quitará nuestras manchas y se sentará a purificar a los sacerdotes como quién purifica oro y plata” (Malaquias 3, 2-3) El contexto de la lectura de Jesús en el templo, con la diferencia de que se nos brinda en la perspectiva del Nuevo Testamento, la redención, el rescate, la salvación, como advertencia profética. En el Evangelio de Lucas, justo al inicio Zacarías retoma este contexto
de juicio en dos ocasiones en su cántico: La descripción de Zacarías se relaciona con el ministerio de Juan el Bautista, que conocemos y recordamos, y que es una llamada al arrepentimiento, él también habla de un bautismo de fuego, y de un fuego purificador, con la diferencia de que no es el fuego del horno del crisol, sino el fuego de la presencia del Espíritu Santo, que viene de la mano de bautismo de Cristo. Es importante destacar que a pesar del contexto de juicio, tanto el profeta como el sacerdote Zacarias, coincidiendo en esto con Jesús leyendo a Isaías en Nazaret, lo que buscan es alimentar la esperanza. Para los tres la elección del pueblo de Israel como objeto de la liberación y salvación de Dios es indudable. Lo que les importa señalar es que no podemos caminar con Dios tal como vamos, hay que revisar, reformar nuestros comportamientos y actitudes a la luz de lo que Dios quiere y espera de nosotros, y hay que revisar los destinatarios. El apóstol Pablo lo plantea de otro modo: (Elementos clave y consecuencias) ¿Qué significa para nosotros la realización de la esperanza mesiánica? 1) Contexto de juicio Nosotros mismos tenemos nuestras zonas oscuras , cada semana tenemos delante la violencia domestica, el SIDA, el pasado año internacional de los discapacitados (2003). ¡Cuantas barreras, fronteras, cargas pesadas! ¡Cuantos juicios gratuitos! El Ayuntamiento de Madrid editó un folleto titulado “Termómetro
mitos sobre la violencia” , donde a través de doce
preguntas nos llama la atención sobre nuestras ideas al respecto: ¿Cuantos
no habremos llegado a bromear, algunos a pensar incluso: Si una mujer
es maltratada algo habrá hecho? La respuesta que se ofrece es
que ningún acto justifica la violencia. Y así una serie
de cuestiones que nos hacen ver que construimos mitos que nos creemos
y con los cuales acabamos justificando lo injustificable. Juicio no es sólo el azufre y fuego del Apocalipsis, sino la capacidad crítica, la conciencia lúcida que no se deja manipular. Estamos en un contexto de juicio, porque necesitamos desarrollar nuestra conciencia y nuestra capacidad de crítica con nosotros mismos y con los comportamientos y actitudes que Dios no soporta, que no pueden “tenerse en pie delante de Dios”. 2) Regalos: andar en la presencia de Dios Andar en la presencia de Dios es que inspirados en su Palabra y conscientes de su voluntad liberadora asumimos la vida de Cristo en nuestra vida, siguiendo a Pablo: un vivir para los demás hasta las últimas consecuencias. Andar en la presencia de Dios es andar con criterio y con conciencia, su mayor regalo es que pone en nosotros su voluntad reconciliadora. La palabra de cumplimiento de Jesús tiene que ver con los presos, los ciegos, los oprimidos, para anunciarles el año favorable del Señor: Dios está de vuestra parte y va a cambiar las cosas, va a cambiar las estructuras. 3) ¿Un pueblo puro? Llamados a ser santos Por eso hablamos de una llamada, el apóstol Pablo habla al inicio de cada una de sus cartas de los “llamados a ser santos” , y no se refiere a un estado de pureza y perfección que dudosamente podemos afirmar, ¡Aunque algunos se esfuercen en considerarlo así! Nuestra pureza y santidad se refiere al sentirnos escogidos, llamados, tocados del propósito de Dios para militar en su combate de liberación. Nuestra pureza y santidad se refiere al sabernos parte del plan de Dios para rescatar al que se desvía, al que cojea, al que sufre cualquier tipo de exclusión y de oscuridad, para hablarles de que hay luz al final de su túnel, una luz que ya ha amanecido. Las palabras de Jesús son un presente en su encarnación. 4) Hacer saber al pueblo que Dios perdona sus pecados y les
da la salvación, o lo que es lo mismo, les regala la libertad. “Lo que quiero es conocer a Cristo, sentir en mi el poder de su resurrección” (Fil 3, 10) es saber que el cambio es posible y que Dios cuenta con nosotros , pero no solo nuestro cambio, eso no es suficiente para Dios. Dios, según Malaquías, quiere purificarnos como sacerdotes, para poder presentar ofrenda a Dios, para poder dar gracias a Dios por que cuenta con nosotros y nos pone en marcha una y otra vez, a pesar de todas las ataduras de mortandad que nos sujetan. Por ese ministerio, el proceso de comunicación no es solo el empeño evangelizador de las campañas, sino que nuestra propia comunión se transforma en una campaña permanente contra la soledad, la indiferencia, el rencor y cualquier forma de aislamiento. La clave de un pueblo que está bajo el pacto, con la ley de ese nuevo pacto escrita en su corazón, es según Jeremías, que todo el mundo se dará cuenta. 5) “No quiero decir que lo haya alcanzado ya ni que ya sea perfecto,
pero sigo adelante” Esa fe en lo que Dios realiza en nosotros es la fe en el vivir en Cristo, que redime y nos limpia de culpa. La novedad que irrumpe en nuestro modo de entender la vida forma entonces un tríptico que tiene que ver con el juicio, conciencia de los límites, en el vocabulario de Juan el bautista: arrepentimiento; tiene que ver con el perdón, el pacto, la presencia de Dios reconciliadora; y la salvación, la libertad ganada para nosotros en Cristo, regalada por Cristo. Nuestro “seguir adelante” es la apuesta por ese cambio en nosotros y en los demás que nos conduce hacia la nueva humanidad y hacia la nueva sociedad, y este tríptico es el que las hace posible. La curación de las heridas, la superación de las barreras y de las exclusiones, la lucha por los que se quedan fuera, al margen es la concreción de esa “vida para los demás”, que es el vivir en Cristo, que es la vida redimida. (¿Qué tengo que hacer?) La participación de estos valores, en la comunidad cristiana, mensajera y redimida, pecadora y silenciosa es el cumplimiento que anunciamos, una luz nos ha visitado desde lo alto, porque Dios venía, porque Dios quería, porque ha hecho presente entre nosotros su poder y su fuerza, su fuego de renovación: El espíritu del Señor está sobre mi. Nosotros preparamos en el camino, cuando perseveramos en esta carrera de Pablo, en este llamamiento, no se trata de metas que ya hayamos cubierto, de escalones que ya hayamos subido, sino de una Gracia que nos ha tocado y que nos ha puesto en marcha. Alfredo Abad |
(zurück zum Seitenanfang) |