Göttinger Predigten im Internet
ed. by U. Nembach, J. Neukirch, C. Dinkel, I. Karle

3º Domingo después de Epifanía, 21-1-2007
Lc 4, 14-21, Cristina Inogés
(A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


 
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Hermanos: ¡Que el Señor ilumine su rostro sobre nosotros!

El cielo, cerrado desde tiempos de Elías, se acaba de abrir y Jesús regresa a Galilea.

Nadie es profeta en su tierra pero en este caso se trataba de Jesús, ese joven que apuntaba unas formas un tanto extrañas, novedosas, curiosas y para algunos, inquietantes.

Se suele decir que cuando en un grupo todos piensan igual, en realidad nadie piensa mucho. Tal vez entre este grupo de gente que observaba a Jesús, no se trataba de pensar sino de sentir y eso les llevaba a estar más que atentos porque Jesús, probablemente, leyera dando un sentido nuevo a las palabras tantas veces oídas pero pocas veces escuchadas.

Siempre he pensado que si alguna vez tuviera que elegir un pasaje para explicar mi vocación pastoral, tendría la duda entre escoger éste de Lucas o de Juan que dice yo he venido para dar vida a los hombres y que la tengan en plenitud (10,10b). Creo que en realidad me quedaría con los dos. Lucas es un poco más explícito y Juan deja más espacio a la amplitud de imágenes de vida, pero los dos hablan de lo mismo, de vivir y dar vida porque…

Solo puedo traer vida, si el Espíritu del Señor está conmigo.
Solo me puedo sentir ungida, si el Espíritu del Señor está conmigo.

Solo puedo anunciar la Buena Noticia a los pobres, si el Espíritu del Señor está sobre mi porque, ¿de dónde sacaría la fuerza, el valor, la creatividad, la decisión, la imaginación?

Solo puedo proclamar la liberación a los cautivos y dar la vista a los ciegos, si el Espíritu del Señor está conmigo, porque un ciego no puede ser guía de otro ciego (Mt 14,15) y si no me libero de mis miedos y ataduras, de mis fantasmas del pasado y del presente, de mi misma en muchas ocasiones, ¿cómo hablar de liberación a los demás?

Y solo con el Espíritu del Señor sobre mi podré experimentar el año de gracia y dárselo a conocer a los demás.

Para todo esto necesito hacer como Jesús, necesito “enrollar” el libro. Todos necesitamos hacerlo, pero hacerlo en el sentido de dejar, depositar porque no podemos quedarnos en ser una religión de libro. Tenemos que ser vida para nosotros mismos y para los demás.

Hace unos meses le decía a un amigo que comenzaba una nueva andadura en su vida que, sólo si era él feliz podría hacer felices a quienes se encontrase a partir de ese momento en su camino.

Solo podremos recorrer nuestro camino felizmente si el Espíritu del Señor está sobre nosotros, con nosotros y la única manera de que esté es no intentar manipularlo, no hacer que sea “mi” espíritu quien esté conmigo para proyectarse hacia los demás, sino el de Jesús con toda su fuerza, con toda su vida, con todo su ingenio.

Que los ojos del prójimo se claven en nosotros por lo innovador de nuestra conducta, que nadie espere de nosotros una conducta de manual.

Exprimamos la vida del libro porque solo así podremos tener vida y traerla en abundancia. Que cada día de nuestra vida se cumpla el pasaje que acabamos de leer y seremos felices y haremos felices a los demás. Y es verdad.

Cristina Inogés, Zaragoza
crisinog@telefonica.net

 


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