Göttinger Predigten im Internet
ed. by U. Nembach, J. Neukirch, C. Dinkel, I. Karle

Día de la Reforma, 31 de octubre de 2006
Texto: Juan 8: 31-36 por Julio Strauch
(A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)



¡Que la gracia y la paz de Nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes!

Una pequeña historia que aparece en el libro de Anthony de Mello: “La oración de la rana” dice lo siguiente:
El predicador estaba aquel día más elocuente que de costumbre, y todos, lo que se dice todos, soltaron la lágrima. Bueno, no exactamente todos, porque en el primer banco estaba sentado un caballero con la mirada fija en un punto delante de sí, totalmente insensible al sermón.
Concluido el servicio, alguien le dijo: “Ha escuchado usted el sermón, ¿no es cierto?”
¡Por supuesto! respondió glacialmente el caballero. ¡No estoy sordo!
¿Y que le ha parecido?
¡Tan emocionante que daban ganas de llorar!
¿y por qué, si me permite preguntárselo, no ha llorado usted?
¡Porque no soy de esta parroquia!

Creencias, supersticiones, apegos, verdades, costumbres arraigadas, practicas vaciadas de contenido, convencionalismos sociales, lo que está bien, valores mundanos establecidos, pertenencia a ciertos círculos, incluso muchas de nuestras prácticas religiosas, nos dan la impresión de ofrecernos cierta seguridad y confianza, sin embargo no hacen otra cosa que hacernos esclavos y alejarnos de lo más precioso que tenemos los seres humanos, ¡la libertad!

Los invito a compartir nuestro texto de hoy que se encuentra en el evangelio de Juan: 8:31-36 (leer texto)

Jesús se dirige a los judíos que habían creído en él. Les plantea una novedad. Si creen en mí, conocerán la verdad y la verdad los hará libres. Los judíos inmediatamente apelan a la pertenencia a la familia de Abraham que nunca había sido esclava. Creen firmemente que esta pertenencia les da seguridad y confianza. Sin embargo Jesús les quiere hacer ver que más que seguridad esto los hace esclavos, los ata. Ellos se niegan a ver esto, y acusan a Jesús. No quieren escuchar la verdad, porque la verdad los cuestiona en sus creencias y en sus convencimientos. No les conviene escuchar la verdad, aunque esta verdad los libere de esas ataduras.

¡Todo el mundo lo hace, porqué no lo voy a hacer yo! ¡Tengo que conseguirlo, de esta forma me aceptarán en el círculo de socios! ¡Aunque no estoy muy convencido, lo voy a hacer porque si no lo hago seguramente me tomarán por tonto! ¡Siempre se hizo así, porqué habremos de cambiar ahora! ¡Hay que cumplir con ciertas cosas para estar más tranquilo! ¡Yo ya estoy en otro nivel! ¡Por lo menos voy a la Iglesia una vez por año, de esta forma cumplo! En fin se podrían citar muchas más frases como estas donde aparecen nuestras creencias y nuestras prácticas que nos hacen sentir cierta confianza y nos tranquilizan la conciencia. La pregunta es: ¿Será que todos estos convencionalismos nos hacen libres, así como Dios quiere? La respuesta parece obvia, pero será que en la práctica se da de esta forma. ¿Porqué nos gusta tanto apegarnos a ciertas costumbres, aunque muchas veces no estemos de acuerdo con ellas? ¿Porqué nos gustan tanto las ataduras? será porque nos dan cierta seguridad, será porque nos libran de hacernos responsables por nosotros y por nuestro prójimo.

Y ahí está Jesús de nuevo, diciéndonos que sólo la verdad nos hará libres. Y seguimos sin escuchar como aquellos judíos. O como en nuestra historia del comienzo, parece que escuchamos pero son nuestros preconceptos los que nos impiden ser libres. Parece que nos seguimos atando cada vez más a los convencionalismos, falsas creencias y conformándonos con esta “triste vida que nos toca vivir”. Pero la propuesta de Jesús sigue en pie a pesar de todo. Escuchemos a Jesús, confiemos en él y sobre todo seamos sus discípulos. Vamos a probar, aunque sea un poco, de esa libertad que él nos ofrece.
En esta fecha tan importante para todos los protestantes y especialmente para los luteranos me pregunto y les pregunto: ¿Lutero: se ató a los convencionalismos de su época o buscó la verdad que propuso Jesús? Para pensar y reflexionar.
Quiera Dios que podamos escuchar su palabra y sobre todo ponerla en práctica.
Amén.

Julio Strauch
pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata en Katueté, Paraguay.
juliostrauch@yahoo.com.ar



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