Göttinger Predigten im Internet
ed. by U. Nembach, J. Neukirch, C. Dinkel, I. Karle

17º domingo después de Pentecostés, 1 de octubre de 2006
Texto: Marcos 8, 27-35, Felipe Lobo Arranz
(A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


¿QUIEN DICEN LOS HOMBRES QUE SOY YO?

Todos los aquí presentes sean bienvenidos y llenados de la paz, la gracia y la luz de Cristo en la reflexión de nuestro texto de hoy.

Este domingo podemos, con total libertad, hablar acerca de quien es Cristo para nosotros y quién es Cristo para nuestra sociedad moderna. El tiempo y la distancia que la historia, el texto bíblico y cientos de años de reflexión teológica sobre su persona, nos dan cierta capacidad para hacerlo, y digo: “cierta”-porque todavía no hemos conocido quién es Jesucristo en realidad, en toda su extensión y esencia, pues cada generación le conocemos de forma distinta y por facetas distintas de su persona divina y humana.

Esta pregunta: “¿Quién dicen los hombres que soy yo?” no es fácil de contestar, no esta cerrada, por más que nos empeñemos en querer meterlo en el tubo de ensayo de nuestras investigaciones es imposible de definirlo de una forma plena. De la misma manera que de una célula madre podemos desentrañar soluciones sin fin para nuestros problemas de salud en manos de un buen científico, una pequeña porción de este Jesús desconocido nos puede servir, en un momento concreto, para dar la solución debida a nuestra necesidad.

Quizá- permítaseme esta ocurrente lectura, que comprendemos es más profunda-este: “No se lo digas a nadie” quiere decirnos que no impongamos a este mundo nuestras particulares visiones de quién es Él en realidad, mejor contestar en nuestro fuero interno, mejor no contaminar con nuestras ideas originales a otros acerca de lo importante que es para mí. Para mí Jesucristo fue en su día un Salvador, otro el Señor, otro mi Hermano mayor, otro el Siervo y en el día de hoy, es para mi consuelo, un Sufriente.

Le hemos conocido como: “El Cristo”, ya lo sabemos, pero es alguien más. Si queremos que las futuras generaciones se impliquen con Él y le conozcan, hemos de dejar que Jesucristo tenga un especial significado para ellos, que le lleven a desearlo y a seguirlo, dejemos que las distintas generaciones que componen nuestras Iglesias y sociedades confiesen quién es Él para ellos, sólo hablemos de lo que hizo.

Pedro lo conoció como el Cristo, el Mesías, que era tan esperado y eso le alentó a seguir adelante, a creer, a servir con sus errores y su bagaje personal a cuestas.

¿Es el Jesús que la Iglesia predica hoy, el mismo para nuestros congéneres? Me temo que no, pero también podemos observar que quieren mirarle, sí desde otro prisma distinto, pero ¿acaso no tienen derecho de mirarlo y llegar a una conclusión personal, como los discípulos tuvieron? Os recuerdo que ellos disentían de la manera en el que los judíos religiosos presentaban a Dios en sus días y también eran tan piadosos como nosotros hoy. ¿Nacería una nueva Iglesia, como fruto de esa nueva visión de Jesús? Sí el es el Cristo, objeto de adoración y de nuestra consideración. Principal piedra angular en nuestra forma de conocer la Salvación de Dios. Él es imprescindible. Nuestra forma de darlo a conocer no.

La idea que tradicional y ortodoxamente manifestamos acerca del pasaje en cuestión es que Cristo no deja a Pedro que desvele quien era, debido a que no había llegado su hora todavía. Observamos que Él no viene como un rey o un profeta cortesano de gran reputación y predicamento, como los tuvo Israel. El venía a sufrir en la cruz, tenía la intención de venir a liberarnos a nosotros, a romper con nuestras cadenas personales, nacionales, étnicas, económicas, culturales, religiosas, políticas, emocionales, de muerte

….. Todas las que nos encadenen al dolor en este mundo. Y no es que debamos evitar que este ser tan bueno padezca, es que hemos de dejar que asuma su destino de parte de Dios, aunque suponga su muerte y sufrimiento. No le sujetemos, alentémosle a que siga su ministerio salvífico y sanador para este mundo… pero sepamos agradecérselo lo suficiente con nuestra adoración, nuestra consideración, nuestra entrega a Él en su Iglesia y fuera de ella. Como decía Nouwen, dejemos que sea herido, para que pueda sernos después un sanador que ha probado de las hieles del dolor. En eso pensaba Dios cuando le miraba a Él.

Bien. No podemos pararlo en su misión al mundo, pero si podemos acompañarlo. Es más fácil intentar pararlo para que no tengamos que seguirle en su dolor, pero el propósito de los cristianos no es erradicar el dolor, es imposible hacerlo, pero podemos acompañar en él. Cristo quiere que escojamos esa opción. Tras contestar en nuestro corazón, en nuestra mente, ¿quién es él para nosotros?, hemos de enfrentarnos a la realidad de si queremos seguirle tal y como Él ha decidido caminar por este mundo. Este es el deber y el privilegio de la Iglesia que ve la gloria de Dios y un nuevo mensaje de Cristo en cada acción que emprende a favor de este mundo, cuando decide renunciar a sus miedos y sus egoísmos. En este camino desagradable a veces, es donde escuchamos a Cristo predicar y enseñarnos quién es él de verdad, en una nueva forma.

No salves tu vida. No la reserves para algo ‘¿mejor?’. Si quieres salvar o librar tu vida de acompañar a Cristo en su jornada de hoy… habrás perdido la oportunidad de conocerle de otra manera especial, habrás perdido tu tiempo, habrás perdido tu vida. Recuerdo como mi hermano pequeño guardaba la mitad de un pastelito en un armario cuando comíamos en un cumpleaños. Cuando le preguntaba por qué lo hacía, la respuesta era: porque así puedo comérmelo luego…- yo le volvía a comentar:- pero, si hay más pastel encima de la mesa, cómete este y luego tomas otro trozo…- al final, lo guardaba tan bien en el armario que no se acordaba que lo había dejado allí y claro, el pastel se ponía duro como una piedra…¡Imposible de comer! Así con nosotros, por más que Cristo quiera comer de nosotros, nos guardamos tanto, nos ponemos tan rancios, tan duros, que no hay cristiano que nos pueda meter el diente. Al final inservibles para todo.

Come lo que hoy Cristo te da, camina el trecho que hoy Él te da, Escucha lo que hoy y no mañana quiere decirte, porque si no lo hacemos, echaremos a perder lo bueno de haberle conocido y también lo bueno de la vida. Al fin y al cabo eso es encontrarte algo más de lo que esperabas. No habrás perdido tu tiempo querido amigo y amiga.

La paz sea contigo en este camino nuevo que Jesús nos propone.

Felipe Lobo Arranz
Iglesia Evangélica Española en Granada- España
loboarranz@gmail.com

 


(zurück zum Seitenanfang)