Göttinger Predigten im Internet
ed. by U. Nembach, J. Neukirch, C. Dinkel, I. Karle

Predicación para el 6º domingo de Pentecostés, 16 de julio de 2006
Texto según LET serie B: Mc 5: 21-24 a; 35-43 por Sergio Schmidt
(A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Título: La risa y la burla todavía están entre nostros.

Apreciada comunidad:

En el texto vemos a un padre desesperado. Su hijita estaba muriendo. No conocemos todo lo que ya había hecho este padre por su hija pero, podemos deducir, nada había dado resultado: su hijita cada vez estaba peor. Estando la nena al borde de la muerte, este padre va a Jesús para pedirle ayuda. Se arrodilla y le ruega que tenga a bien sanar a su querida hija.

El padre no era un cualquiera, como solemos decir, era el Jefe de una sinagoga. En el entretanto, llegan algunas personas que le avisan al padre la noticia que realmente temía: su hija estaba muerta. Ya no molestas más a Jesús: ya nadie puede hacer nada”. Pero Jesús no acepta esta afirmación y le devuelve la esperanza al padre: “no tengas miedo, sólo debes tener fe”.

Intentemos ponernos en la situación de este padre volviendo con Jesús a su casa: ¿qué podría haber pensado? ¡¿la vida o la muerte de su hijita dependían de su fe?! ¿Y si la cosa salía mal: ¡sería su culpa!?

Pensemos cómo hubiéramos reaccionado nosotros.

Jesús llega a la casa de este padre ya en pleno funeral: gente llorando, gritos, luto... en fin, todo lo esperable en una situación así: ¡máximo la muerte de la niña! Jesús dice: “¿por qué hacen tanto alboroto? Esta niñita está DORMIDA, no MUERTA.”

La reación de los enlutados es un giro de 180º:

¡Que paradoja! Del llanto estalla la risa y la burla.

 La risa es porque ven a Jesús como un tonto: ellos sabían muy bien que estaba muerta. Me pregunto: estas risueñas personas ¿estaban poniéndose en lugar de los padres? ¿Respeto por el dolor ajeno?, ¿respetar los tiempos del que sufre?, ¿acompañar?, ¿consolar?, ¿empatía?; ¡no, risas y burlas!

Y entre este tiempo, pleno siglo XXI, las risas y burlas siguen existiendo.

Frente a la esperanza de la vida eterna, algunas caras suelen dibujar una risita socarrona... Claro, somos racionales, o queremos serlo, ya no somos tan elocuentes con la risa y la burla como en la época de Jesús; ¡pero somos muchísimos más hipócritas!

Deseo dar ejemplos muy concretos de mi experiencia como pastor. No son hipotéticos, son reales:

  • ¿Por qué en las aulas de las facultades de teología sigo viendo la misma sonrisa socarrona y la correspondiente burla entre profesores y estudiantes de teología respecto a la segunda venida de Jesucristo? ¿Es tan risueña?
  • ¿Por qué pastores, colegas míos, afirman, cito (sic): “Ni que me maten hago un sermón sobre la parusía? Les pregunto: “Y cuando te toca un texto que habla sobre el tema, ¿qué haces?” La respuesta que recibo es: “Simple, cambio el texto de predicación”.
  • ¿Por qué son tantos los laicos que, por un lado concurren “religiosdamente” todos los domingos a la iglesia y, por otro, afirman que están convencidos que no hay ningún tipo de vida después de la muerte?

Puedo seguir y hacer una lista larga, pero pregunto: ¿cómo podemos después, a la hora del culto, en comunidad, resar el credo y decir –con cara muy eclesial, claro esta-: la resurrección de la carne y la vida perdurble, amén. ¿Amén? ¿Podemos decir amén?

Después, como si no existiera conexión alguna entre una cosa y otra, nos preguntamos:

  • ¿Por qué somos cada vez menos en la iglesia y en los cultos?
  • ¿Por qué tantas personas que se dicen ser cristianas se enganchan y se enrolan en la llamada “espiritualidad alternativa? Léase por “espiritulidad alternaltiva” esa rara mezcla de: oración, tarot, numerología, ángeles, bio-ritmo, Jesucristo, saumerios y embrujos? ¡La web está repleta de cócteles como estos! Y la gente se engancha.
  • ¿Qué piden exactamente los laicos cuando piden “más espiritualidad”?

Pasa lo del refrán: Quién le cierra la puerta a la fe, le entra la supertisión por la ventana.

Pero el texto del EvMc sigue. Jesús, sacando a todos excepto unos pocos, junto con los padres, toma la mano de la niña y le dice: “levántate”. Y la niña vuelve a la vida. Teológicamente hablando la niña no resucitó, sino que Jesús re-vivifica a la niña. La resurrección sólo de debe aplicar en los contextos dónde se habla sobre el volver a la vida para vivir la vida eterna. Esta niñita, como el Lázaro de EvJn 11:1ss y tantos otros, volvieron a la vida, vivieron un tiempo, y volvieron a morir.

Cuando la niña aparece con vida, la gente se sorprende. Ya no hay más risas y burlas. Rara mezcla de sentires: primero gritos y llanto, luego risas y burlas; ahora asombro. ¿Y que hace Jesús en medio de todo esta admiración? Se preocupa por la niñita: ordena que le den de comer para que pueda recobrar sus fuerzas. Es más que elocuente, verdad?

Y cómo remate les ordena: “¡Y no digan nada a nadie de lo que pasó”!

Jesús no busca ser un famoso curandero o taumaturgo. Quería mover a las personas a la fe en ese Dios en cual Él venía a mostrar. La pregunta era que, junto con el asombro, las personas se pregunten: ¿quién es este Jesús?

Y bien, es esta la misma pregunta para nosotros: ¿quién es para nosotros Jesús? Preguntemonos como Iglesia, como congregación, comunidad, familia, personas cristianas. Preguntémosnos.

Preguntémos y, si vemos que no nos gusta la realidad que nuestras iglesias, ¿no será que tenemos que cambiar de respuesta?

Algo me es claro, lo que no cambia es la pregunta: ¿quién es Jesús para mi? ¡Y qué implica esto en la práctica!

Amén.

Sergio A. Schmidt
Pastor, IERP, Bs. As.
breschischmidt@telecentro.com.ar

 


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