Göttinger Predigten im Internet
ed. by U. Nembach, J. Neukirch, C. Dinkel, I. Karle

Predicación para el día de Trinidad, 11 de junio de 2006
Texto según LET serie B: Jn 3: 1-17 por Sergio Schmidt
(A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Título: ¿Un nacimiento de lo alto?

Apreciada Comunidad:

Hoy es el primer domingo después de Pentecostés. Tiene un nombre particular: Trinidad. En este culto meditamos sobre la esencia misma de nuestro Dios. Dios se revela como Padre, Dios Creador; Hijo, Dios redentor; y Espíritu Santo, Dios santificador. Son tres personas -por llamarlas personas, porque Dios es más que lo que llamamos persona, pero bueno, tenemos que reconocer que nuestro lenguaje es limitado y Dios, muy por el contrario, es ilimitado y eterno- pero es un solo Dios. Un solo y único Dios que, según se nos ha revelado, es un Dios trino.

Filosóficamente, al concepto trinitario podemos darle todas las vueltas que ustedes y yo queramos, siempre, de una u otra manera, terminaremos el alguna aporía o, si lo prefieren, en un camino sin salida. ¿Por qué? Con un ejemplo vamos más rápido. Tenemos en casa a un perrito chiquito, la mascota de la casa. Mis hijos lo quieren mucho, por lo tanto siempre lo llevan a vacunar. Obviamente, a nuestro perro no le causa ninguna gracia el pinchazo que recibe. No entiende el porqué. Aunque mis hijos le hablan y le dicen que es para su bien, bueno, es más que obvio que el perro no entenderá el porque; y menos que menos que este pinchazo es para evitarle muchos dolores y enfermedades. ¿No tenemos que reconocer, nosotros simples seres humanos, que no podemos entender completamente cómo es Dios? Tenemos que reconocer que nuestra mente, nuestra capacidad mental, no podrá nunca abarcar y entender completamente aquello que está más allá de ella misma.

Pero, esto no quiere decir que no podemos sabe nada a cerca del Ser de Dios. Muy por el contrario, la Biblia nos da algunas pistas, pistas que las tenemos que aceptar por fe. Eso sí, no pretendo ni deseo afirmar que para tener fe, tengo que “desconectarme” el cerebro. ¡De ninguna manera! Para decirlo con las palabras de la 1º Pedro 3:15bss:
“Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”.

Y, es en este sentido, cómo nos ayuda el texto de EvJn 3:1-17. Las dudas y las preguntas que hace Nicodemo a Jesús nos ayuda a entender más el misterio de Dios. Como veremos, el “no-entendimiento” de Nicodemo nos ayuda a profundizar en el camino de nuestra fe.

¿Cuál es el tema de toda la charla nocturna de Jesús con Nicodemo? Lo podemos resumir con otra pregunta; la cuestión era: ¿qué es necesario para ser salvo? La respuesta dada por Jesús es clara: no es el obrar del ser humano lo que hace tener participación escatológica en el Reino de Dios; no es la ley, la Toráh; no, es el “nacer de arriba”.

Lo que realmente le preocupaba a Nicodemo era cómo tener una participación en el Reino –venidero- de Dios. Nosotros podríamos decir: “¿cómo puedo ir al Cielo”?.

Jesús le dice a Nicodemo que para tener esta participación escatológica en Dios, “hay que nacer del agua y del Espíritu”. Para todo oyente cristiano automáticamente le viene la idea del bautismo. Claro que esta idea está implicada pero, debemos reconocerlo, la idea fundamental es, propiamente la idea del “Nacimiento por el Espíritu” que claramente está anclada en el bautismo cristiano.

En el pasaje quedan muy remarcados 4 elementos que focalizan al “nuevo nacimiento”:

  1. La incapacidad total del hombre de llegar por si mismo al Reino de Dios. No es el obrar humano lo que nos capacita para la participación escatológica.
  2. Quién nos capacita para “nacer de nuevo” o “desde lo alto” es el Espíritu Santo. Es esta fuerza de Dios, a quién ningún hombre puede controlar ni manejar, la que actúa sobre las personas. En otras palabras: el Espíritu Santo es como el viento, nadie sabe de dónde viene o a dónde va, no lo podemos controlar; pero, lo podemos ir descubriendo por los efectos que este Espíritu de Dios produce en las personas.
  3. La identificación de este Espíritu Santo con el viento tiene su correlato en el Bautismo dónde las personas reciben a este Divino Espíritu. El Bautismo no es algo que hace el pastor, los padres, y/o el mismo bautizado/a; tampoco es algo que hace la Iglesia: es algo que hace Dios.
  4. Nicodemo recibe un reproche, un duro reproche: “¿Tú, siendo maestro de Israel no lo sabes?” ¿Por qué estas palabras? Por que Nicodemo tiene que comprender que la Escritura sólo revela su verdadero sentido con la revelación de Jesús. Esto es el punto débil de Nicodemo ¡y de todo el rabinato!: les faltaba la fe en el Señor Jesús, el enviado escatológico de Dios.

¿Y que podemos sacar en limpio de todo esto hoy, en Domingo de Trinidad? Podemos rescatar cinco cosas respecto de cómo Dios se muestra.

1º) Nos muestra que es el amor de Dios, amor de Padre, el que hace que Dios entre en contacto con su mundo y sus criaturas. Vos y yo estamos incluidos. Dios ama a todo lo creado por sus manos. Dios ama a este mundo y ama a cada uno los seres humanos. Dios se revela, Dios se muestra porque desea contactarse con sus hijos e hijas. Cuando hablamos del Dios Padre estamos hablando de este amoroso creador que se interesa por aquello que es suyo. No por su valor nominal. Dios no nos ama por nuestros dones, capacidades, o lo que sea. Dios nos ama porque somos, junto con todo lo demás, obra de sus manos.

Desde este punto de vista, podemos meditar sobre la ecología y el cuidado de la naturaleza y su relación con la fe. En palabras sumamente simples: si digo amar al Dios Creador, como consecuencia, ¿no debería amar lo creado por sus manos?

Bien, no sólo los animalitos y las plantas, ¡sino también a nuestro prójimo y a nuestros hermanos y hermanas en la fe!

2º) Este Dios amoroso se ha revelado, se ha mostrado a sus criaturas. Dios se ha revelado en Jesús. En Jesús se dio algo único e irrepetible en toda la historia de la humanidad: Dios mismo, en Jesús, caminó, actuó y hablo entre nosotros. Esta es una de las peculiaridades del cristianismo: es una religión que se basa en una persona de carne y hueso que dijo ser Dios en persona. Y la historia y la estructura del Credo apostólico da viva cuenta de ello.

Este amor de este Dios Padre se reflejó, en palabras y obras, en Jesús. Este Jesús que no vino para los sanos sino para los enfermos; no vino para los justos sino para los pecadores. El obrar de Jesús se puede entender mejor desde su muerte y resurrección y, a la inversa, su muerte y resurrección la puedo comprender mejor y con más profundidad si la veo desde lo que fue si vida, sus palabras, su mensaje, sus obras, etc.

En el Dios Hijo, vemos a este Padre amoroso que, por que nos ama, nos regala la salvación; es un regalo, es gratis; pero a Dios le ha costado mucho. Dios mismo da su vida por nosotros. De una vez y para siempre Dios ha hablado en Jesús y, cuando más aprendemos de lo que los primeros testigos nos cuentan, más profundizamos y entendemos la esencia misma de Dios; claro está, lo podemos hacer en la medida de nuestras posibilidades.

3º) Ahora tenemos, vos y yo, nuestra vida y nuestra libertad: ¡no es poca cosa! En el camino por la vida hemos decidido, o deberíamos haberlo hecho, seguir los pasos que el dejó. Nuestra fe no es nuestra, es un regalo de Dios. Tenemos el Espíritu Santo, que es tan Dios como lo es el “Padre” y el “Hijo”. Es esta fuerza divina es la que nos capacita para la vida el camino de fe, tal como lo afirmamos en cada culto que decimos el Credo apostólico.

4º) ¿Y el nuevo nacimiento? En palabras simples, es esa acción humana, es ese acto personal en el cual asumimos que no es más que una ilusión la pretensión de configurar nuestra propia historia y la de Dios con nosotros. No es algo que hagamos nosotros, es algo de hace Dios. El nacimiento de arriba es cuando, por gracia de Dios, depositamos nuestra confianza en esta Buena-Nueva que Dios mismo en persona ha venido a la tierra en Jesús. El nuevo nacimiento es cuando, por gracia de Dios –lo debemos recordar siempre-, podemos abandonarnos enteramente al mensaje del Evangelio.

¿Qué otra cosa es esto sino lo que llamamos fe? En fin de cuentas, la obra salvífica de Dios se refiere, no a la historia de un pueblo en particular sino a la acción de Dios en una única y sola persona, Jesucristo.

5º) En fin de cuentas el acento ya no recae, como en el Antiguo Testamento, en la fidelidad y la perseverancia, sino que ahora lo que se recalca y se enfatiza es la decisión personal del individuo. Dios se propone, nunca se impone. El Espíritu Santo es como el viento -¡Viento y spíritu son la misma palabra tanto en Hebreo como en Griego!-; sopla y llama, si alguien le abre las puertas de su vida, entra y la transforma, ¡Él no nosotros!. Si le decimos: “no”; pega la vuelta y sigue soplando y llamando. Los que perdemos somos nosotros: optamos por alejarnos de este Dios que nos busca, nos llama porque desea siempre proponerse como un Dios de amor.

Eso sí, la fidelidad y la persistencia en el camino de la fe ya no son el requiso necesario para “nacer de arriba” sino, muy por el contrario, son una consecuencia ineludible. Ineludible porque de no tener fidelidad y persistencia, significa que tenemos problemas con nuestra fe.

¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! La gloria de tu nombre
Vemos en tus obras, en cielo, tierra y mar.
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! Te adorará todo hombre,
Dios en tres personas,
Bendita trinidad.

Amén (*).

Que así sea.

Amén.

Sergio A. Schmidt
Pastor de la IERP
Bs. As. Argentina
breschischmidt@telecentro.com.ar

 

 

(*) Del Culto Cristiano, Himno nº 96 estrofa 5.

 


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