Göttinger Predigten im Internet
ed. by U. Nembach, J. Neukirch, C. Dinkel, I. Karle

Predicación para el 2º domingo de Cuaresma, 12 de marzo de 2006
Texto según LET serie B: Marcos 8, 31-38 por Jorge Weishein
(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Estimados hermanos y hermanas,

Jesús está preparando a sus discípulos “para lo peor”. Pedro reprende a Jesús porque le parece una locura que Jesús se muera, totalmente dispuesto a que lo maten, aún siendo que resucite al tercer día. Mientras que en los evangelios de Mateo y Lucas lo que se conoce como la historia de la tentación de Jesús –en realidad debiera llamarse “la tentación que no fue”– en Marcos no está descripta. Esta descripción ausente se hace presente dentro del mismo ministerio cuando Jesucristo revela a sus discípulos el sentido profundo de ser discípulos. Pedro quien acaba de reconocer a Jesús como Mesías está exponiendo a Jesús a la primer tentación: Pedro quiere inducir a Jesús a negar la soberanía de Dios sobre la vida en el mundo. La respuesta de Jesús es una de esas palabras claves a la hora de entender la misión de los discípulos en el mundo: cada uno para salvar su vida debe cargar con su cruz y seguir a Jesús. El que no carga con su cruz para salvar su vida la perderá –siguiendo su propio proyecto. La única manera de salvar la vida es perdiéndola por causa de Cristo y su mensaje de salvación. ¡Cuán contradictorias parecen estas palabras a primera vista! ¡Cuántos mártires aceptaron su muerte en esta fe recordando estas palabras de Jesús!

Estas palabras de Jesús son fundamentales en lo que se denomina la teología de la cruz. Dios reserva el verdadero sentido de la vida con su presencia silente en la persona del sufriente así sea víctima de la peor de las injusticias sociales. Jesús señala dos tentaciones más aparte de la que ya le expuso Pedro: una, aceptar el poder sobre el mundo a cambio de perder el gobierno sobre la propia vida; dos, aceptar la lógica del dinero para tener cuanto se desee hasta satisfacer todas sus necesidades pero sin poder jamás retener la vida. La soberanía sobre la voluntad de Dios, el gobierno del mundo y la manipulación de la vida son tres elementos que señalan el camino para perder la vida –sin poder salvarla. Jesús señala la vergüenza como un indicio de haber caído en tentación. Cuando llegue el reino de Dios también él se avergonzará de aquél discípulo que se avergüence del mensaje del evangelio. Quien se avergüenza ya cayó en tentación al no poder ver la vida desde la perspectiva de la cruz –desde la óptica de Dios.

La forma de entender la vida en la actualidad posiblemente sea la quinta esencia de lo que Jesús alcanzó a conocer como “mundo” o “carne”. Las lógicas expuestas en cada una de las tentaciones han sido incorporadas naturalmente en el desarrollo ideológico contemporáneo desde larga data. En la ilustración se celebra el gran logro de llamar a las personas a “animarse a pensar” por si mismos saliendo de la tutela religiosa. Ya más avanzada la modernidad el deseo y el poder son aceptados como elementos constitutivos de la psicología humana; a su vez, la filosofía negativa los recupera como elementos naturales en la dinámica de la vida. No por último, al mismo tiempo, es elaborado el concepto de la plusvalía como fuente de capital para motorizar el desarrollo de la economía. La modernidad ha instituido la absoluta autonomía del ser humano tanto frente a Dios como frente a su prójimo exacerbando el individualismo a límites desconocidos en la historia de la humanidad. ¿Qué significa hoy caer en tentación? ¿Qué significan las palabras de Jesús sobre “salvar la vida” antes que “ganar el mundo”? ¿Qué sentido puede tener en una economía de mercado decir que “la vida no tiene precio”? ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de “cargar su cruz”?

Un poeta y músico argentino dice: “Lo importante no es el precio sino el valor de las cosas” El número es apenas un símbolo que trata de representar un valor que está mucho más allá de nuestra capacidad de enunciación o numeración. La economía social trata de recuperar el sentido de la economía para garantizar las mismas condiciones de vida para todos por igual. Miles de ONGs en el mundo son expresión de una realidad velada por la lógica del mundo globalizado. Las iglesias junto a muchas de estas ONGs buscan recuperar el arca perdida de una forma de entender la vida en el cual los seres humanos son considerados como tales y no meramente un target, un índice, un número o un margen de mercado funcional a una estrategia comercial.

Muchas iglesias y ONGs sostienen loables tareas diaconales llevadas a cabo con cristianos y profesionales sumamente comprometidos que “cargan su cruz” cada día. ¿Cuántas de estas obras están sostenidas con aportes de la plusvalía capitalizada por empresas que sirven a Mamón para ganarse el mundo? ¿Cuántas de estas empresas sirven también a Dios ofrendando de sus ganancias para desgravar impuestos salvando su patrimonio? El mayor desafío de las iglesias en la actualidad no es el de desarrollar recursos apelando al Marketing de sus obras diaconales sino el de poder llamar a esas mismas empresas donantes a una transformación del mundo, a un cambio en la forma de entender la vida, a “cargar su cruz”, a favor de una dinámica económico social en la que no sea necesario “ganarse la vida” mientras unos pocos se “ganan el mundo entero”, sino vivir la vida que Jesús ya nos ha ganado a partir del momento en que muere con él su vida del “mundo”. Jesús resucita con una nueva vida gracias al nuevo Espíritu que deja a sus discípulos y comparte con las comunidades de todos el mundo. Este Espíritu es el que renueva toda la vida creada y convoca a la iglesia a la misión de Cristo.

El mensaje de Jesús de “olvidarse de uno mismo”, abandonar este espíritu del éxito personal individual, es un verdadero desafío en medio de esta forma de vida tan globalmente individualizada en la que vivimos. El desafío es la comunión de los santos en un mismo Espíritu con el Resucitado que trajo la salvación al mundo pero a costa de “morir” y “perder” la lógica de los éxitos del deseo personal, de los bienes adquiridos y las cosmovisiones globales del pensamiento único de moda. Los seres humanos tenemos la plena autonomía para pensar, aceptar o rechazar y no sólo para comprar y pagar.

“Cargar la cruz”, visto desde la lógica del mundo, no es una tarea ni cómoda, ni sencilla, ni racional. La incomprensión es una reacción común. “La verdad que yo ya no te entiendo”. El dolor, el sufrimiento, la muerte nos llevan cada día a la posición de Pedro ante Jesús: “¿¡Qué!? ¿¡Vos estás loco!? ¿¡Para qué nos llamaste a seguirte: para que nos maten!? ¡Estaríamos mucho mejor si hubiéramos seguido siendo pescadores en Galilea! ¿¡Qué querés demostrar!? ¡Sos mucho más útil vivo que muerto! ¿¡Adónde querés llegar con todo esto!?” ¡Cuántas personas comprometidas en tantas causas para instaurar mayor justicia en el mundo se han hecho estas preguntas en cientos de formas distintas! La tentación se hace presente con toda crudeza cuando ni Dios, ni el dinero, ni el poder resuelven la pregunta: ¿Si Dios está presente en la vida en el mundo por qué es necesario el dolor, el sufrimiento, la muerte injusta de los inocentes? La respuesta aparece sólo en la esperanza que permanece activa allí en medio de la mayor de las incertidumbres de la existencia humana. La respuesta más profunda de la existencia humana se encuentra entre los que pierden, entre las víctimas, en el fracaso, en el dolor, en la muerte, en la “insensatez” que oculta al mundo el verdadero misterio de la vida.

El 24 de Marzo de 2006 los organismos de derechos humanos recordarán en Argentina los 30 años del golpe de estado responsable de la desaparición de 30.000 personas. Dios afirma que no se avergüenza de ellos porque él reconoce en el compromiso por la justicia la misma misericordia con la cual Jesucristo transformó la vida del mundo.

La convocatoria al acto del 24 de Marzo dice:PRESENTES: 30 AÑOS / 30.000

El texto bíblico en el que se basa nuestra reflexión de hoy concluye con la promesa de Jesucristo que dice: “Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán hasta que vean el reino de Dios llegar con poder” (Marcos 9,1). Dios nos acompañe con su palabra en nuestras preguntas y miedos para que en el dolor y la muerte, al cargar nuestra cruz, se nos revele el verdadero sentido de la vida ganada -para el mundo- por medio de Cristo. Amén

Pastor Jorge Weishein
Parroquia Villa Ballester
Iglesia Evangélica del Río de la Plata
jorgeweishein@arnet.com.ar

 


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