La fuerza del prejuicio

El diccionario de la RAE define el prejuicio como: Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal.

Jesús al comienzo de su ministerio, según el evangelio de Juan, llamó a Felipe a seguirle, previamente varios discípulos de Juan Bautista se adhirieron a Jesús, Andrés y su hermano Simón Pedro (Jn 1:25-42) a estos no les costó comprender que Jesús era el Mesías debido a que Juan Bautista les había preparado para recibirle. En el evangelio de Juan estos discípulos representan a las comunidades cristianas que habrían roto con la institución judía del antiguo pacto y estaban dispuestas a aceptar a Jesús como Mesías.

Felipe, que no era discípulo de Juan Bautista, y que estaba en Galilea, necesitó que Jesús le llamase, “ Sígueme“ (vs 43) le dijo, y éste reconoció a Jesús como el Mesías continuador y perfeccionador de la antigua tradición, el continuador de Moisés, el justo según la Ley, el que la va a cumplir perfectamente. No ve en Jesús el que trae el nuevo pacto que sustituiría radicalmente al antiguo: “ Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés, en la Ley, y también los Profetas: a Jesús hijo de José, de Nazaret.” vs. 44

La reacción de Natanael, al que Felipe fue a buscar, fue de duda y escepticismo, “¿De Nazaret puede salir algo bueno? Es decir, de Galilea, una región periférica, de población mezclada, compuesta por judíos cumplidores de la Ley y samaritanos gentiles, una región de donde solían salir movimientos mesiánicos de tiempo en tiempo (cfs. Hch 5:37). Ellos esperaban un Mesías diferente, un Mesías hijo de David que restituiría el Reino de Israel.

Los discípulos de Juan instruidos por este estaban dispuestos a aceptar a Jesús tal y como él se presentaba, no tenían prejuicios acerca de cómo tenía que ser el Mesías, por el contrario, los seguidores del antiguo pacto se había hecho la idea de como debía ser el Mesías y rechazaban a Jesús porque no encajaba con esa idea, tenían prejuicios.

Es de notar que una persona con prejuicios no tiene que ser una persona rechazable moralmente, simplemente es una persona engañada por sus ideas preconcebidas, Jesús sabe apreciar el fondo de Natanael “¡Aquí está un verdadero israelita en quien no hay engaño!” vs. 47. sólo cuando conozca personalmente a Jesús, o mejor cuando sea conocido por Jesús, vs. 48, podrá vencer el prejuicio y ser liberada de sus falsas ideas.

Natanael reconoce a Jesús como Hijo de Dios y como Rey de Israel, vs. 49. pero todavía tiene que vencer otro prejuicio, dar un paso más y comprender que Jesús es más que Rey de Israel en un sentido nacionalista, es el que quiere reinar sobre todos, israelitas y no israelitas, porque la salvación que Jesús trae es universal. Natanael al final lo entendió, pues en este mismo evangelio de Juan (21:1-2) se ve a Natanael integrado con los discípulos que trabajan entre los paganos de Tiberiades.

Jesús añade al reconocimiento de su persona por parte de Natanael: Hijo de Dios, Rey de Israel, el de Hijo del Hombre: el Mesías Salvador, es decir, el hombre llegado a su plenitud, el Hombre Dios. No es solamente el mediador entre Dios y los hombres “Desde ahora veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre” vs. 51, sino la presencia misma de Dios con los hombres. Jesucristo no será un rey como los demás, dominador, sino un Rey-Siervo cuya máxima expresión de Amor y Gloria será el entregar su vida por el mundo.

Sólo cuando nos liberamos de los prejuicios somos capaces de ver a Jesús como él quiere que le veamos como el Hijo del Hombre, Dios encarnado, presente entre nosotros y lleno de Gloria, Gloria de la que nos quiere hacer partícipes.

Raúl García Pérez
Médico Psiquiatra, Profesor de Psicología Pastoral del SEUT Madrid
raulgarcia@educadorescristianos.org