Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 2° Domingo de Adviento, 4 de diciembre de 2005
Texto según LET serie B: Mc 1, 1-8, Julio Strauch

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


¡Que el consuelo del Espíritu Santo sea con todos nosotros!

Iba por la carretera con el auto. Mientras viajaba, cada tanto aparecía uno de esos grandes carteles con anuncios de todo tipo. Decían cosas parecidas a: ¡Si quiere pertenecer al círculo de los privilegiados, entonces compre tal automóvil!.... ¡Si quiere ser feliz y tener prestigio y prosperidad en la vida, entonces estudie en tal facultad!.... ¡Si quiere que todos lo admiren, entonces compre tal marca de ropa!... ¡Si quiere verse más joven y atractivo, entonces consuma tal bebida!..... ¡Si quiere que su vida cambie, si quiere aumentar su autoestima, si quiere que su vida tenga sentido, entonces consuma tal o cual cosa!.... Todos los anuncios prometían más o menos lo mismo: felicidad, prestigio, admiración, valoración, prosperidad, siempre y cuando se consumiera tal o cual producto o servicio. En un momento apareció uno de esos carteles que decía simplemente lo siguiente: “ANUNCIE AQUÍ” y daba un número telefónico. Me puse a pensar que yo también tengo la responsabilidad de hacer un anuncio. Pero un anuncio que, a mi entender, es mucho más trascendente que cualquier producto o servicio. Un anuncio que tiene que ver con la salvación, con el sentido de la vida. Ese anuncio, que también es responsabilidad de cada uno de los que creemos, es el del EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

Seguí pensando en cómo podría anunciar el mensaje del Evangelio en uno de esos carteles. Entonces pensé que, si tenemos en cuenta lo que le sucedió a Juan el Bautista, al mismo Jesús y a tantos otros que se tomaron el anuncio en serio, los anuncios tendrían que decir más o menos lo siguiente: ¡Si quiere ser despreciado, entonces anuncie el Evangelio!... ¡Si quiere que lo persigan por denunciar las injusticias, entonces predique el Evangelio de Jesucristo!.... ¡Si quiere padecer por los prejuicios, entonces hable con la verdad del Evangelio!.... ¡Si quiere sentirse solo, desprotegido, abandonado, despreciado, entonces anuncie el Evangelio!....

Pero... ¿que tendrían de atractivo estos anuncios si sólo prometen padecimiento y sufrimiento?

Entonces se me ocurrió que se podrían hacer los siguientes anuncios: ¡Si quiere que su vida tenga sentido, aunque padezca sufrimientos, vale la pena anunciar el Evangelio!... ¡Si quiere terminar con las injusticias, aunque las padezca, vale la pena anunciar a Jesucristo!... ¡Si quiere un mundo mejor, con verdaderos valores, aunque tenga que sufrir para lograrlo, vale la pena anunciar el Evangelio, ya que el mismo Jesucristo nos promete el consuelo del Espíritu Santo!.

Después de pensar en todos estos anuncios, llegué a mi casa en el auto que me promete prestigio, me di un baño y me puse la ropa de la marca que produce admiración en los demás y me puse a ver televisión mientras disfrutaba de un poco de esa bebida que rejuvenece. Allí un anuncio de una Iglesia electrónica decía lo siguiente: ¡PARE DE SUFRIR!, ponga sus manos en la tele y lo curaremos de todos sus padecimientos. ¡Jesús te trae la prosperidad y la felicidad!

Pensé: que tonto ¿porqué me preocupaba tanto por los anuncios de la carretera?

Amén.

Julio Strauch: pastor de la Iglesia Evangélica del río de la Plata en Katueté, Paraguay.
Congregación Evangélica Katueté
ckatuete@cde.rieder.net.py

 

 


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