Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 9º Domingo de Pentecostés, 17 –7 – 2005
Texto: según LET serie A: Mt 13, 24 – 43 . Por: Sergio A. Schmidt

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Título: ¿una parábola con final feliz?

Apreciadas hermanas y hermanos:

La parábola que nos toca en este domingo es excelente. La explicación de la parábola Jesús la realiza con sus discípulos a solas. Entre la parábola (13:24-30) y su explicación (13:36-43) se encuentran las parábolas del grano de mostaza (13:31-32) y de la levadura (13.33-35) El orden y la estructura de texto no son casuales. Todo aquí está muy bien pensado.

Lo que dice la parábola es cierto. La gente de campo lo sabe muy bien. Al comienzo la cizaña y el trigo son muy parecidos y es imposible distinguirlas. Al crecer, cuando ya es posible distinguirlas, no es posible arrancar la cizaña: las raíces pueden llegar a estar entremezcladas.

El dueño del campo lo sabe mejor que sus siervos: hay que esperar a la cosecha.

La cosa es clara: el campo es el mundo; la cizaña es sembrada por el maligno, el diablo o, si se prefiere, Satanás. El día de la cosecha es la parusía: algunos van al granero, otros al horno. En el horno habrá lloro y el rechinar de los dientes. Sí, la cosa es clara. ¡Tal vez demasiado!

La antítesis entre la recompensa de los justos y de los pecadores es enorme.

Pero: ¿para qué Jesús cuenta está parábola? Para explicar su actuar y su actitud. Es diferente a la actitud de los fariseos ¡y de Juan el Bautista! Para ellos el Mesías cuando venga tenía que tener en la mano una hoz o, tal vez mejor, un hacha. La justicia de Dios, cuando se manifieste el Mesías, será para hachar y arrancar, tal como fue la predicación de Juan el Bautista.

Desde esta perspectiva no me asombra que, con la actitud que tuvo Jesús, Juan el bautista –parafrasiando- le haya preguntado a Jesús: ¿sos vos o tenemos que esperar a otro? ¿Y el juicio para cuando? ¿Cuándo cortarás, cuando hacharás, cuando arrancarás?

Para Jesús la cosa entre el bien y el mal no es simple, como lo ve el ojo humano. El mundo, y cada uno de nosotros, es como el campo de la parábola: el bien y el mal están mezclados. Y, en fin de cuentas, el único que puede ver en el más hondo fondo del corazón humano es Dios. Las cosas caen por su propio peso específico. Hay que tener paciencia y esperar que las cosas maduren. No podemos saber cual es el trigo o la cizaña.

Si les preguntara ahora a ustedes: ¿Son trigo o son cizaña? La respuesta sería bastante clara y rápida: “somos trigo, claro está”. ¿Será tan claro? ¿somos 100 % trigo? Lo dudo, ¿No será, más bien, que tenemos/somos un poco trigo y un poco cizaña?

Al escribir estas líneas me acuerdo Kierkegaard y su antropologia. Para muchos filósofos –demasiados a mu gusto, diré- el hombre era/es esencialemente bueno. Será la I y la II guerra mundial quién le dé la razón al filósofo danés.

Esta lección de Jesús es para todos los tiempos. Hay al respecto una historia que me gusta mucho (*) :

" Había una señora que todos los días se dirigía a la Capilla del pueblo para rezar a las siete de la tarde. Era muy puntual y nunca faltaba.
Cuando se atrasaba porque las cosas de la casa o la cena le ocupaban más de lo acostumbrado, iba corriendo por la calle para llegar a tiempo.
Tan rápido hacía las cosas para cumplir con el horario de su oración que, muchas veces, trataba mal a la gente en la fila del mercado o caminaba atropellando a los demás. Si algún mendigo le pedía una moneda en la puerta de la Capilla, ni lo miraba; estaba tan apurada que entraba veloz como un rayo.
Un día, "le pasaron todas". Se peleó con el almacenero, porque tardó mucho en hacer la cuenta de las cosas que había comprado; atropelló a una señora que tenía la bolsa llena de papas y caminaba lentamente; por último, le dió vuelta la cara a unos chicos que se le acercaban para pedirle unos pesos para comprar leche.
En su propia casa, las cosas no anduvieron mejor. Uno de sus hijos le pidió ayuda para hacer una tarea. Como se imaginan, le dijo que se la arreglara solo. El marido, que había llegado muy cansado de trabajar, tuvo la ocurrencia de conversar un rato con ella, mientras tomaban unos mates; lo dejó plantado con la pava de agua caliente en el patio.
A pesar de todos esos "obstáculos", salió de su casa, llegó a la Capilla casi a tiempo....y se encontró con que estaba cerrada. ¡¡ Cómo puede ser !!  ¡¡ Le dió una rabia !!
Se metió por un pasillo lateral que bordeaba la casa parroquial, pero, nada.  Todo estaba cerrado. Volvió a ir por la entrada principal y, precisamente allí, vió que en la puerta del templo había un cartelito clavado con chinches que decía: "NO ME BUSQUES AQUI... ESTOY ALLÁ AFUERA". JESÚS

Los caminos y los juicios de Dios, son diferentes a los nuestros. ¡Y en buena hora! Hay que tener paciencia y esperar. Las cosas ya madurarán. Ya vendrá el día de la cosecha. El separar la paja del trigo le compete a Dios ¡No a nostros como constantantemente lo hacemos! (¿Será, acaso, nuestra parte-cizaña?)

Pero: ¿Qué nos propone Jesús? ¿Es una llamada a la inercia? ¿paciencia y más paciencia resignada? NO DE NINGUNA MANERA. ¿Por qué ? Porque entre la parábola y la explicación esta la parábola del grano de mostaza y la de la levadura. La semilla de moztasa es tan pequeña como la cabeza de un alfilar ¡y llega a ser un árbol muy grande! Un poquito de levadura hace leudar a toda la maza. No se describe el desarrollo, ni del árbol y de la masa que leuda. Lo que importa es el resutado. El estado inicial y el final, diríamos nosotros.

¿Qué significam estás parábolas? Qué el reino de Dios comienza pequeñito. A los ojos de los fariseos los priemros discípulos de Jesús eran insignificantes, iletrados, desconocedores de la ley, se juntaban con los pecadores y los impuros, etc, etc, etc. Pero Dios, con ese poquito a los ojos –demasiado- humano, puede hacer mucho.

El Reino de Dios que comienza tan chiquitito y, aparentemente, tan insignificante, crecerá y llegará a todas las naciones. ¿No es está la misión que le deja Jesús a sus discípulos al final del EvMT? ¿No termina así el EvMT?

Por eso, hermanas y hermanos, nada de paciencia resignada. En fin, según la terminologia del texto de hoy, no se trata de juzgar, sino de conocer las cosas por los frutos.

Créanme: las cosas, a la larga o a la corta, caen por su propio peso especifico.

Amén.

Sergio A. Schmidt
Pastor
Congregación Argentino Germana Bs. As. Sudoeste.
breschischmidt@telecentro.com.ar

 

(*) Sacada de la Red de Liturgia del Consejo Latinoamericano de Iglesias.


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