Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 4° Domingo de Pentecostés - Fecha: 12 de junio de 2005
Texto según LET serie A : Mt 9, 35 – 10,8 por Rodolfo Reinich

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Tal vez por el fenómeno del desplazamiento de los campesinos hacia las zonas marginales de las grandes ciudades muchas veces se dice que hay en algunas provincias hay grandes cosechas de algodón o de uvas, etc. pero que son pocos los obreros para recogerla…

Con frecuencia también escuchamos acerca de la dificultad para encontrar gente voluntaria dispuesta de integrar comisiones, grupos de trabajo o de testimonio en las iglesias; en sus instituciones diaconales y de defensa de la dignidad humana. Lo mismo parece suceder con la participación ciudadana de las instituciones políticas y de bien común en general.

Seguramente hay razones y explicaciones para esa retracción de la gente en la participación pública y también para la tendencia a la profesionalización rentada y efectista de muchos servicios comunitarios, incluyendo el de la proclamación y el testimonio evangélico, produciéndose el tan mentado “pastorcentrismo”…

Cuando leemos detenidamente el relato del evangelio de Mateo descubrimos cómo la persistente enemistad y oposición de mucha gente poderosa e influyente va empujando a Jesús hacia un final dramático.

Jesús ve que su tiempo se va acortando; que la cantidad de gente necesitada, oprimida y marginada es demasiado grande; y que no puede ser abarcada por una sola ayuda de emergencia, por más su mensaje sea esperanzador y sus acciones restauradoras y sanadoras.

Por esta razón Jesús toma una decisiva medida previsora: convoca a una cantidad importante de colaboradores, les encomienda claramente la tarea y los habilita transfiriéndoles su poder divino.

De esta manera puede él puede multiplicar su acción y prolongar el propósito y la obra salvadora de Dios más allá de su muerte, de su resurrección y de su ascensión proyectándola hacia un futuro abierto… ¡hasta nuestros días!

Así las nuevas comunidades deben enterarse a través de una de las personas llamadas, en este caso Mateo, de que, si bien ya no tienen la presencia física del Señor, podrán contar sin embargo siempre con su acompañamiento y acción sanadora. Para ello ha designado y puesto en camino a “sus apoderados plenipotenciarios”.

El concepto del “sacerdocio universal de los creyentes” extiende este llamado y envío a cada persona bautizada hasta nuestros días.

En este sentido es en realidad un milagro que la cadena de testigos de Jesucristo no se haya cortado en siglos y que el testimonio, en palabra y acción, fuese llevado adelante a veces en situaciones extremadamente difíciles. Siempre de nuevo hubo hombres y mujeres que se dejaron llamar y enviar. Personas que en cada época y hasta nuestros días cumplieron con su tarea aún bajo situaciones de persecución y de burla. También en América Latina tenemos muchos mártires. Algunos muy recientes.

Y, sigue siendo un milagro que todavía haya fieles representantes de Cristo en todas partes del mundo, aunque sean muy distintos unos de otros en sus orígenes e historias personales, en sus maneras de ser y de actuar,

Jesús llama a un Mateo, que era señalado como un colaborador del imperio romano, pero también a Simón, que era un fervoroso combatiente contra el imperialismo. Pero este grupo tan heterogéneo se mantenía unido por su relación con el maestro y por la misión común que él les encomendada.

Lamentablemente los seguidores de Jesús no siempre aguantaron, ni aguantan las tensiones de la vida en comunidad y quienes se separaron perdieron la fuerza que él les otorgaba y muchas veces también la credibilidad ante la gente.

Pero, como dice el español Miguel Manzano en su canción (Cancionero Abierto –ISEDET- Nº 84)

“Cuando el pobre nada tiene y aún reparte, cuando un hombre pasa sed y agua nos da, cuando el débil a su hermano fortalece, va Dios mismo en nuestro mismo caminar…

Cuando un hombre sufre y logra su consuelo, cuando espera y no se cansa de esperar, cuando amamos aunque el odio nos rodee, va Dios mismo en nuestro mismo caminar…

Cuando crece la alegría y nos inunda, cuando dicen nuestros labios la verdad, cuando amamos el sentir de los sencillos, va Dios mismo en nuestro mismo caminar…”

Pastor Rodolfo Roberto Reinich,
Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP)
reinich@ciudad.com.ar

 

 

 

 


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