Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Ascensión de Nuestro Señor, 5 de mayo de 2005
TEXTO: Lucas 24: 44 – 53 por Ricardo Becker

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


La ascensión de Jesús: gran motivo de alegría

Lectura Bíblica: Efesios 1: 18 – 23.

Introducción:
El texto del Evangelio para hoy puede ser subdividido en dos partes: a) los versículos 44 – 49, que presentan a Jesús hablando con sus discípulos. Jesús les “abre el entendimiento”, les explica una ves más todos los acontecimientos en relación a su vida, pasión muerte y resurrección. b) Los versículos 50 - 53, presentan la ascensión de Jesús.

Podríamos decir que en la primera parte del texto aparece una breve interpretación de la vida de Jesús enfatizando la continuidad de la historia (“lo que me pasó es aquello que les anuncié cuando todavía estaba con ustedes”). Y la segunda parte presenta los acontecimientos que marcan la transición entre “la presencia física de Jesús” y el inicio de la historia de “la iglesia como anunciadora de Jesús Cristo, Salvador de la humanidad”.

Con este texto Lucas termina su Evangelio, Libro en el cual el nos cuenta de las cosas que Jesús hizo y enseñó, y por otro lado comienza el libro de lo Hechos de Los Apóstoles, en el cual el nos cuenta como surgieron las primeras comunidades cristianas y como el Evangelio se fue expandiendo hacia todo el mundo.

Se apartó de ellos y fue levado al cielo:

Sobre la ascensión de Jesús se ha escrito y se ha dicho muchísimo. Hay muchos cuadros que fueron pintados desde hace muchos años para representar esta situación, para explicarse este “misterio de la ascensión”. El texto bíblico nos dice que Jesús fue llevado al cielo. Generalmente cuando pensamos o escuchamos hablar de cielo, pensamos en lo que está arriba de nosotros, en la bóveda celeste, en el lugar donde se ven las estrellas, las nubes, los planetas, los astros… pensamos en el “cielo espacial”.

En el texto bíblico”cielo” no se refiere simplemente a lo “espacial”. Se usa esa imagen para hablar “del lugar, el ámbito de Dios”. De esa manera cuando se dice que “Jesús fue llevado al cielo”, se apunta a que Jesús volvió al lugar de Dios.

Con la ascensión de Jesús, Jesús vuelve al lugar donde está Dios, vuelve a estar junto a Dios, como decimos en el Credo Apostólico “subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios…”

Como ya señalamos antes, con la ascensión de Jesús se inicia algo así como “una nueva etapa”. La experiencia que los discípulos tenían de una cercanía inmediata, visible, la “presencia física”, de Jesús “ha terminado”. El Jesús que los llamó para ser sus discípulos, que anduvo con ellos, que les enseñó muchas cosas, que puso sus manos sobre los enfermos, que comió junto con ellos… ese amigo que se acercó a ellos para acompañarlos en el camino cuando estaban de cara triste y que hizo que sus corazones ardan cuando les hablaba, ese Jesús está partiendo y seguirá presente en medio de ellos pero de otra forma.

Esta partida o separación no es vivida por los discípulos como algo doloroso, como un momento de amargura o de tristeza, sino que por el contrario, era un momento de grande alegría y es por eso “estaban siempre en el templo albando a Dios”.

Esto es un hecho llamativo y muy importante: la partida no produce tristeza sino alegría. Con este dato se nos muestra también que la ascensión de Jesús no es simplemente una “separación”, sino que en ella vemos la victoria de Dios. “Dios nos muestra todo su poder y dominio al resucitar a Cristo y poniéndolo a su derecha, por encima de todo lo que existe… Dándolo a Cristo como cabeza de la Iglesia… de quien ella recibirá toda la plenitud” (Efesios 1: 18 – 23), y por eso los discípulos viven el momento de la ascensión como un momento de grande alegría y de agradecimiento a Dios.

Al volver junto a Dios, Cristo promete a los discípulos (la iglesia) el espíritu Santo y encomienda a la iglesia la continuación de la tarea que el había comenzado: anunciar a todas las personas que se arrepientan, que se vuelvan a Dios, para que él los perdone sus pecados y dar testimonio de todas estas cosas.

A partir de la ascensión Cristo estará presente y continuará a actuar en y a través de su iglesia.

“Se anunciará a todas las naciones que vuelvan a Dios…”

Antes de partir Jesús les vuelve a recordar su tarea: anunciar en su nombre a todas las naciones que se vuelvan a Dios para que el les perdone sus pecados, y dar testimonio de todo lo que Jesús a hecho. Y el les enviará sobre ellos lo que el padre prometió: El Espíritu Santo. Hasta que esto suceda ellos deberán quedarse reunidos en Jerusalén. Los discípulos no quedarán solos, no estarán solos para realizar la tarea encomendada, sino que él estará presente, él es quien “dará plenitud a su cuerpo, la iglesia”.

Es interesante notar aquí el énfasis que Jesús pone en la tarea que le encomienda a sus discípulos: anunciar a las naciones que se arrepientan para que Dios los perdone. El arrepentimiento hace parte de la vida cristiana. La necesidad de arrepentirse nos muestra justamente que nadie es perfecto, que nadie se las sabe todas; significa que hay cosas que no están bien, que necesitan ser cambiadas, que hay cosas que están erradas y necesitan ser confesadas para ser perdonadas. Dios en Cristo perdona, da una nueva oportunidad, una nueva chance. Personas, comunidades, pueblos, naciones necesitan arrepentirse, confesar y ser perdonados. Ese perdón, esa nueva etapa de vida, se obtiene en y a partir de lo que Cristo hizo. Por eso la tarea de la Iglesia será ser testigos, predicando el arrepentimiento para el perdón de los pecados.

Hizo que entendieran las escrituras:

Jesús se encuentra con sus discípulos y les vuelve a enseñar, recordar todo lo que ya les había enseñado; les ayuda a entender todo lo que todavía no habían entendido. Así como a nosotros nos cuesta entender muchas de las cosas que suceden a nuestro alrededor, de la misma manera los discípulos necesitaban que Jesús les vuelva a explicar todo lo que había pasado.

Les dice que aquello que se había dicho de él ahora se está cumpliendo, todo lo que él les dijo y lo que los profetas habían anunciado se está realizando. Su presencia en medio de ellos (al igual que su partida, su ascensión) es la señal clara de que Dios está cumpliendo con todas sus promesas. Jesús vino de parte de Dios, es decir vino desde Dios, enseñó y mostró como es el amor de Dios, fue crucificado, murió, resucitó y ahora volverá junto al Padre, junto a aquel que le envió. Jesús ayuda a sus discípulos a que ellos puedan entender y por lo tanto ser testigos de todo lo que había pasado.

Resumiendo:

La ascensión de Jesús nos marca la transición entre la “presencia física” y el inicio de la historia de la iglesia como portadora y anunciadora de Jesús Cristo, salvador de la humanidad.

La ascensión no es simplemente una “partida” de Jesús, sino que con ella se marca la presencia de Jesús en medio de la iglesia, pero de otra forma y con su Espíritu.

La acción de Jesucristo se dará a partir de ahora en y a través de la iglesia.

Con la ascensión de Jesús podemos tener la plena certeza y seguridad de que todas las promesas de Dios se cumplen. Ella es vivida por los discípulos como momento de alegría porque con este hecho Dios nos vuelve a mostrar su poder y dominio en y sobre todas las cosas.

En el momento de la ascensión Jesús encarga a sus discípulos su tarea: anunciar a todas las naciones el arrepentimiento para que Dios los pueda perdonar, y, dar testimonio de todo lo que con él hemos visto, escuchado y aprendido, con la certeza y la confianza de que le siempre estará a nuestro lado como Señor, cabeza de su iglesia.

Ricardo Adolfo Becker Asunción
congrasu@highway.com.py

 


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