Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 6° Domingo de Pascua, 1 de mayo de 2005
Texto según LET serie A : Juan 14, 15-21 por Sergio Schmidt

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Título: Confiar y Obedecer.

Apreciadas hermanas y hermanos:

Veamos un poquito el contexto de nuestro pasaje, dentro de todo el capítulo. Jesús, en el pasaje anterior, afirma que los discípulos saben el camino que toma Jesús. Tomás es un discípulo práctico y lógico. Tomás afirma, con una pregunta, que para saber por dónde hay que ir, primero es necesario saber a dónde a dónde hay que ir. Nadie toma cualquier camino. Es claro: elegimos el camino en base al lugar dónde queremos ir, no viceversa.

Jesús se aclara: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede ir al Padre, si no es por mí”. Tres elementos: camino, verdad y vida. La idea principal es el camino. La verdad y la vida, dependen del camino. En otras palabras: Los discípulos tienen que ir al Dios Padre; esta es la meta. El medio para lograrlo es Jesús mismo. Para esto es necesario que los discípulos tomen muy en serio los mandamientos de Jesús. El texto base nuestra meditación abre y cierra con el tema de los mandamientos. En otras palabras: este es el marco.

Si los discípulos toman en con seriedad los mandamientos de Jesús, ellos tendrán que Confiar en Jesús y Obedecer. Podríamos decir, sólo aquel que confía en Jesús, le obedece. Sólo el que le obedece es el que confía. ¿Por qué? Porque Jesús es EL camino al Padre.

Hay una historia con una buena moraleja que me gusta mucho que refleja muy bien todo esto:(1)

“Había una vez tres árboles en una elevación de un bosque. Estaban discutiendo sobre sus esperanzas y sueños cuando el primero dijo: "Algún día espero convertirme en un arca en que se guarden tesoros. Podrían llenarme de oro, plata y piedras preciosas. Probablemente me decorarán con repujados maravillosos y todos verían mi belleza".

El 2do dijo: "Algún día seré un gran barco. En él llevaré reyes y reinas a través de los mares y navegare a todos los rincones del mundo. Conmigo todos se sentirán seguros porque mi casco será muy fuerte".

Finalmente el 3er árbol dijo: "Yo quiero crecer para llegar a ser el mas alto y mas derecho árbol del bosque. La gente me vera en la cima de esta elevación y mirarán hacia lo alto de mis ramas y pensaran en el cielo y en Dios y en cuan cerca de ambos estoy. Seré el mas importante de los árboles y siempre seré recordado".

Después de transcurridos varios años en que oraban para que sus sueños se realizaran, llegó un grupo de leñadores a ese lugar. Cuando uno de ellos se paró frente al 1er árbol dijo: "Este me parece bien fuerte. Creo que puedo venderle la madera a un carpintero", y empezó
a cortarlo. El árbol se sintió alegre porque pensó que el carpintero haría de él el arca soñada.

Ante el 2do árbol el leñador dijo: "Este me parece fuerte, me será posible venderlo a un astillero". El segundo árbol estaba contento porque estaba seguro que iba en camino de convertirse en un gran barco.

Cuando los leñadores llegaron ante el 3er árbol, Éste sintió mucho miedo porque sabia que si lo cortaban sus sueños no se realizarían. Uno de los leñadores dijo: "Yo no necesito nada en especial de mi árbol así que este me viene bien", y lo corto.

Cuando el 1ero llegó al carpintero hicieron de él una caja para comederos de animales, la llevaron a un establo y la llenaron de heno. Esto no era por lo que él había orado toda su vida.

El 2do fue convertido en un pequeño bote de pesca. Su sueño de ser un gran barco y llevar reyes había terminado.

El 3er árbol fue cortado en grandes listones y abandonado en la oscuridad. Siguieron pasando los años y los árboles se olvidaron de sus respectivos sueños.

Entonces, un buen día, un hombre y una mujer llegaron al establo. Ella dio a luz un niño y lo coloco en la caja sobre el heno, aquella caja hecha de la madera del 1er árbol. El hombre hubiese querido una cuna para su hijo, pero este pesebre tendría que hacer las veces de
cuna. El árbol convertido en caja, podía sentir la importancia de este acontecimiento y supo que guardaba el mayor de los tesoros de todos los tiempos...

Años mas tarde, un grupo de hombres subió al pequeño bote de pescar hecho de la madera del 2do árbol. Aquél que quería ser un gran barco. Uno de los hombres estaba muy cansado y se durmió. Mientras estaban en alta mar se formó una gran tempestad y el árbol convertido en bote se sintió incapaz de brindarle seguridad a aquellos hombres.

Entonces despertaron al que estaba dormido y El se paro y dijo: "Paz” y la tempestad se calmo. En ese instante el árbol que se había convertido en bote, supo que llevaba al Rey de Reyes en El...

Finalmente, alguien llegó un día y tomó el madero cortado del 3er árbol. Lo cargó a lo largo de calles y la gente se mofaba del hombre que lo cargaba. Cuando hicieron un alto, el hombre fue clavado al madero y levantado en la cima del cerro para que muriera allí. Llegado el domingo, el árbol que se había convertido en aquel madero, se dio cuenta que era suficientemente fuerte para pararse en la cima del cerro y estar tan cerca de Dios como es posible...

¿La moraleja? Cuando las cosas parecen no ser como queremos, Dios tiene un plan para nosotros. Si pones tu confianza en Dios, hará contigo "grandes cosas". Cada árbol obtuvo aquello por lo que había orado, solo que no en la manera en que querían o imaginaron.“

Tienemos que confiar en el Padre de Jesucristo. Es justamente en esta confianza que obedecemos los mandamientos de Jesús. El resumen de los mandamientos es el amor. Eso sí, debemos destarrar esa idea romántica del amor. El amor no es novelesco, ni nada que se le parezca.

La confianza que le tengo a Dios es la que me mueve a dar vuelta a mi vida “como a una media“, cambiar para ser cada día un poquito más así como Jesús lo fué.

Obedecemos los mandamientos de Jesús porque sabemos que la mejor forma de vivir nuestra vida es el camino que nos marca este Jesús Resucitado.

Esto es la maravilla de la fe. No es meramente un pasaporte al cielo: nos ayuda a vivir una vida plena para mí y para los demás. ¿Qué es, pués, la diaconía sino un ida y vuelta del amor de Dios?

Cuando damos al modo de Jesús también recibimos. No necesito solamente dar, necesito recibir. Cuando doy verdaderamente, según los mandamientos, no termino vacío, porque la diaconia es un ida y vuelta del amor de Dios.

“El amor es lo único que atraviesa la muerte/…/ presentada de este modo nuestra fe en la resurrección, ¿puede aún llamarse opio del pueblo, consuelo para los desheredados de la tierra? Extraño error sobre el cielo; este, lejos de tranquilizarme con una seguridad ilusoria, dinamiza mi voluntad de trabajar en la tierra, impulsándome a abrirme a los demás y luchar para que reine el amor ya aquí abajo. En eso nos parecemos a los hombres buenos que no comparten su fe. Lo que nos diferencia es la certeza entusiasta que nos lleva a reconocer al Señor vivo actuando en la tierra, al amor de Dios, ese amor que un día demostró ser más fuerte que la muerte al resucitar a Jesús de Nazareth, primicia de nuestra resurrección: sí, en el cuerpo único de Cristo, sin que haya confusión de personas, todos seremos transparentes para Dios y para los demás en la medida que hayamos aceptado y dado amor en la tierra”. (2)

(1) Tomado de la Red Latinoamerica de Liturgia.

(2) Cf. X. León-Dufour, Jesús y Pablo frente a la muerte., Ed. Cristiandad (Madrid, 1982) pág. 294.

Sergio A. Schmidt, Buenos Aires
breschischmidt@ciudad.com.ar

 


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