Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Salmos del Tiempo de Cuaresma
Domingo Reminiscere, 20 de febrero de 2005
Texto: Salmo 25:6 por Rodolfo Roberto Reinich
(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Texto: “Acuérdate, Señor, de tus piedades y de tus misericordias, que son perpetuas.” (Salmo 25, 6)

“Señor, acuérdate del amor y la ternura que siempre nos has manifestado...” – (Versión “Dios Habla Hoy”).

En camino hacia la Pasión de Cristo este domingo no puedo dejar de acordarme de dos hechos que, a partir de la pasada navidad, ponen de manifiesto lo más profundo de la fragilidad humana y movilizan pensamientos y sentimientos muy contradictorios.

A la distancia me parece imposible imaginar y aún más difícil describir en toda su dimensión los pedidos desesperados por un auxilio, que miles de personas deben de haber lanzado. Gritos que fueron ahogados por las avasalladoras e incontrolables aguas del Tsunami. Gritos que fueron consumidos por el devastador fuego en una Disco en Buenos Aires.

Pero sí puedo dar testimonio de haber escuchado las desgarradoras expresiones de dolor, angustia, frustración, impotencia y enojo de un padre, a la vuelta de nuestra Parroquia, en Buenos Aires que perdió a su hijo y a su nietito a varios miles de kilómetros en una de las costas en Sri Lanka.

“¿Por qué ese ingeniero tan joven que fue a buscar otros horizontes para su familia?” “¿Para qué todo este sufrimiento para la esposa y mamá del chiquito?” “¡Miro hacia arriba y pregunto de dónde nos vendrá la ayuda ahora!” (Cf. Salmo 121).

Pregunta tras pregunta, búsqueda de responsables. “¿Es que ni Dios escucha nuestro clamor?”

En la diversidad de sus escritos la Biblia se ocupa de situaciones y experiencias reales de la vida. Sabe de los acontecimientos contradictorios de los que está llena la existencia de las personas.

Por eso enseña también que ante Dios hay espacio para que podamos expresar nuestra angustia, nuestra queja, e incluso nuestro enojo y queja contra Él. Pero al mismo tiempo nos muestra que podemos depositar en Él toda nuestra confianza.

En cierta medida el Salmo 25 –donde se encuentra inserto el mensaje que nos ocupa hoy – contiene ambas formas de oración . El autor expresa la profunda necesidad en que encuentra, pero en su petición busca el refugio y la protección de Dios.

Es decir que el salmista ve, sufre la realidad, pero no la reprime, sino que la expresa, la dice o ¡la grita!

Además, me parece que tiene clara conciencia de que es parte de esa realidad y, talvez, también que tiene parte de responsabilidad por lo que en ella sucede.

¡Esperemos que las autoridades de muchos países poderosos “se acordaran” de los llamados de atención de muchos científicos y de los tratados, como el de Kyoto, sobre los efectos nefastos que tarde o temprano tendrán para la vida humana la falta de preservación de la naturaleza en general y los ensayos nucleares subterráneos muy en especial!

¡Esperemos que muchas personas tomaran conciencia y recordaran que ni con el fuego, ni con las armas se juega! (menos aún en un local cerrado con miles de personas en clima festivo).

Me parece claro, que dentro de su realismo, el salmista sabe que en la vida todo puede resultar bien, pero que también puede salir todo mal y fracasar.

Por eso para la Biblia la sabiduría no consiste en saber intelectualmente muchas cosas, ni desarrollar muchos dones, sino en la capacidad de las personas y de los pueblos de darnos cuenta de que somos seres dependientes de Dios. ¡Aunque esto no nos guste!

Entonces, son sabios quienes tienen la capacidad de ver lo imprevisible (¡misterioso!), lo contradictorio, lo invisible de la existencia. En otras palabras, sabias son las personas que tienen conciencia de no poder manejar todo por sí mismas y que la vida pertenece a un ordenamiento manejado por Dios.

Me parece ver en esto la razón por la cual nuestro salmista pide: “Señor, muéstrame tus caminos; guíame; encamíname en tu verdad...” (V.4.5ª).

Sin dudas, el piensa en su seguridad física. Pero, más que nada me parece, que busca aquello sobre lo cual fundamentar toda su vida, en las buenas como en las malas, en medio de tantos vaivenes y contradicciones de la realidad cotidiana.

Por eso no puede dejar de expresar su pedido – y aquí entra a funcionar el tema de este domingo de cuaresma: “Acuérdate, Señor, de tus piedades y misericordias, que son eternas” (V. 6). (Personalmente prefiero y me ayuda la versión “Dios habla hoy”: “Señor, acuérdate del amor y la ternura que siempre nos has manifestado...”

Aquí comienzo a encontrar la respuesta a muchas de nuestras preguntas existenciales.

Pues, muchas dificultades y problemas en nuestras vidas pueden llevarnos a descubrir un andamio que ayuda y sostiene.

El pedido por “piedades y misericordias” – por “...el amor y la ternura...” es expresión de la conciencia de que necesito ayuda para no quebrarme en medio de las contradicciones y dolores que me presenta la realidad de la vida.

En esta cuaresma quiera el Espíritu Santo regalarnos la sabiduría para darnos cuenta que Dios no tiene mala memoria. El se acuerda cuando en nuestro bautismo nos dijo a cada uno de nosotros: “yo te conozco por tu nombre. Tu me perteneces.” (Cf. Isaías 43,1).

Digo esto con certeza absoluta, porque sé que nos busca cuando estamos confundidos y estamos a punto de claudicar, para decirnos con el Evangelio de hoy: “Pues, Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único para que todo aquél que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo” (Juan 3, 16-17). Amén.

Rodolfo Roberto Reinich
Pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata. en Buenos Aires.
reinich@ciudad.com.ar

 


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