Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 3. domingo después de Epifanía de 23 enero de 2005
Texto según LET serie C: Mt 4: 12 – 23 por Marcos Abbott

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


EL INICIO DEL FIN

Mateo 4:12-23

Cuando Mahatma Ghandi se trasladó a la India desde Sudáfrica, nadie sabía que era el inicio del fin del imperio británico en la India. No era posible anticipar la gran rebelión pacifista al status quo imperial. Si las autoridades británicas hubieran sabido, no habrían permitido la entrada de Ghandi.

Como Mateo configura el evangelio, la entrada de Jesús en Galilea para establecer su hogar en Capernaúm es el inicio de su ministerio y este es el comienzo del fin del status quo. La intervención de Dios mismo, profetizado por Isaías y esperado por el pueblo de Israel, entra en su fase más activa y confrontacional a través de Jesús.

El evangelista nos ha preparado bien para el inicio del ministerio de Jesús. Su nacimiento es rodeado de signos portentosos y misterio. El Espíritu desciende sobre él como una paloma en su bautismo, y una voz celestial le habla. La tentación en el desierto prepara el escenario porque anticipa tanto el conflicto como la victoria que queda por delante. La tentación más llamativa es la última donde el diablo le ofrece los reinos del mundo, y los rechaza. El Reino de Dios no cabe dentro del status quo de los reinos del mundo.

¿Cabe el Reino de Dios dentro de nuestro status quo?

Es importante clarificar el contexto del anuncio del Reino por Jesús. La situación a que responde hemos perdido de vista. Una buena entrada es la cita de Isaías 9 que hace el evangelista.

¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles! El pueblo que habitaba en tinieblas vio gran luz, y a los que habitaban en región de sombra de muerte, luz les resplandeció. (Mt 2:15-16)

Zabulón y Neftali son nombres antiguos para Galilea. En 722 a.C. los Asirios conquistaron estas tierras y llevaron sus habitantes. El pasaje de Isaías 9 enfoca su esperanza en un rey mesiánico en la línea de David. En el versículo 6 encontramos este texto tan familiar y querido:

Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro. Se llamará su nombre "Admirable consejero", "Dios fuerte", "Padre eterno", "Príncipe de paz”. (Is 9:6)

Los habitantes de Zabulón y Neftali habían sufrido la invasión, el despojamiento y el exilio a manos de los asirios. Alzaron sus ojos a Dios quien les enviaría un nuevo rey ungido para rescatarles de la opresión y restaurarles.

La Galilea de la época de Jesús tiene motivos parecidos para clamar a Dios por el rey ungido, el Mesías. Sufren la ocupación por el imperio romano y la opresión de los líderes clientes, como Herodes. Entre los impuestos imperiales y los gravámenes pagados a Herodes y los diezmos al templo en Jerusalén la gente está en una situación desesperante. Muchos pierden sus tierras ancestrales y la riqueza se concentra en menos y menos manos. Los líderes religiosos no ofrecen esperanza real ni consolación porque colaboran con los romanos. Son entre los interesados en mantener el sistema, el status quo.

Hay paralelos asombrosos con la situación mundial hoy. El mundo está dividido entre los del “primer mundo” y el “tercer mundo”. Los Estados Unidos y la Unión Europea consumen un porcentaje de los recursos mundiales muy por encima de su proporción de población. La riqueza está concentrada en cada vez menos manos. En España ya hemos visto que las grandes superficies están acabando con el pequeño empresario y la tienda del barrio. Sólo quedan bares y peluquerías prácticamente. No es del todo mal si uno está viviendo en el “primer mundo”, pero ¿qué de la gran mayoría que sobreviven con 1 a 2 euros al día? Necesitan un cambio radical en el status quo. Necesitan un Salvador.

Jesús proclama: "¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!". El arrepentimiento es la preparación apropiada para entrar en la presencia de Dios. Por eso siempre confesamos el pecado antes de acercarnos a la mesa del Señor. ¡Cómo necesitamos el arrepentimiento hoy ante la situación global!

El arrepentimiento requiere un cambio de corazón y un cambio de rumbo. El status quo de la globalización, de la desigualdad, de la aceptacíon social de criterios de división—sea la raza o el nivel económico, la nacionalidad o el género, por ejemplo—tiene que romperse para traer el Reino de Dios. El Reino no es un lugar que tiene servicio de cinco estrellas y servicio de pensión. Dios no muestra parcialidad. Hace falta un arrepentimiento profundo que prepare el camino del Reino.

El arrepentimiento incluirá un cambio de corazón donde los del primer mundo ya no sienten el derecho a mantener su estilo de vida a coste de los del tercer mundo. Ya no es suficiente que los que tienen dan limosnas a los que no tienen. Los ONG, la Cruz Roja y otras organizaciones son importantes, pero responden a las síntomas y no se dirigen a la raíz del problema—el pecado. Hace falta una intervención divina en el corazón para que ya no sienten unos el derecho de vivir al coste de otros. Hace falta la venida del Reino de Dios, cuyo venida comienza con el arrepentimiento.

¿Qué es la primera cosa que Jesús hace cuando inicia el ministerio, según Mateo? Llama a los discípulos. La elección de discípulos es una estrategia muy reveladora. Nos indica que la venida del Reino no es algo que logra Jesús solo. El Reino es una comunidad, una comunidad radicalmente diferente de la sociedad imperante, y la venida de este Reino consiste en parte en la formación de comunidad alrededor de Jesús. Los discípulos acompañan a Jesús en su ministerio, aprenden de él, y luego continúan su ministerio cuando haya ido.

Jesús confirma y apoya su proclamación del Reino con la enseñanza y la curación de los enfermos, pero principalmente da vida a su mensaje a través de la formación de una comunidad modelo. Los discípulos son la semilla de la comunidad radical alternativa que rompe con el status quo y ofrece esperanza, no una esperanza de la caridad y la limosna, no simplemente de aplicar vendas a las heridas sino una esperanza de cambio sustancial, un cambio divino.

Jesús inicia el Reino de Dios y así ofrece la salvación. Tal como leemos en Mateo esta salvación no es principalmente una esperanza del cielo. Es una visión de transformación que produce una sociedad alternativa con Dios en el centro, donde se respira la justicia como el aire y el amor es la ley.

Vuelvo a la pregunta anterior. ¿Cabe el Reino de Dios dentro de nuestro status quo? Sinceramente, no. El Reino rompe con el status quo y ofrece una visión de comunidad alternativa. Jesús llamó a los discípulos para que ellos formasen una comunidad del Reino.

Os invito a arrepentirse del status quo y a seguir a Jesús en la formación de comunidades del Reino que reflejan la intervención divina en él.

Marcos Abbott, SEUT Madrid
academico@centroseut.org


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