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Predicación para el 23° domingo de Pentecostés, 7 de noviembre de 2004 (-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de) |
Gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo, el que era al principio, es ahora y será siempre, sea con todos ustedes. Si se proponen ir a alguna parte ¿a dónde les gusta ir? En mis años de pastorado escuché decir a gente que no siente la necesidad de ir a la iglesia los domingos; que no sabe para qué ir; que prefiere salir a caminar temprano para deleitarse observando la naturaleza y respirando aire puro. ¡Esto también es bueno y saludable! Pero en su reflexión del 24 de Octubre en las “Lecturas Diarias 2004” (*) la pastora Margarita Tourn explica por qué y para qué lo hace ella: “Hoy para mi es un día muy especial, no tengo que pensar demasiado qué busco porque mañana es el cumpleaños de mi hija, así que voy a ir para expresar gratitud a Dios por su vida, a pedir su bendición para ella y nuestra familia, para pedir sabiduría para mi esposo y para mí, para seguir desarrollando el rol paterno materno que nos fue confiado.” En el Evangelio de hoy, Jesús nos muestra a dos hombres que van al templo para orar. Los cristianos sabemos que es bueno orar y dar gracias. El fariseo, el estricto cumplidor de la legalidad, - lo cual también es bueno contra la corrupción-, hace acto de presencia para poner a la vista de todas y todos las virtudes que cree tener. El otro, el recaudador de impuestos, no tiene nada bueno para mostrar. Un comentarista dice que “el fariseo es pobre por fuera ya que no tiene dinero, mientras que el publicano es rico como fruto de su profesión. Pero el recaudador es pobre en su corazón necesitado de misericordia, y el fariseo es rico en su corazón orgulloso. Las apariencias engañan…” Por eso sorprende y molesta la actitud y el mensaje de Jesús. ¡Otra vez toma partido! Por eso Jesús destaca, resalta la actitud de quien reconoce su estado de necesidad (¡y de su culpa!) y lo manifiesta abiertamente. Jesús resalta a la persona consciente de que su necesidad lo margina y excluye y que necesita de la misericordia y la ayuda palpablemente concreta para salir adelante. Nosotros ¿qué vinimos a buscar hoy aquí? ¿Qué nos llevaremos de vuelta a casa? Pensemos y recordemos los temas y la frecuencia con que éstos aparecen en nuestras oraciones, privadas o públicas. ¿Nos damos cuenta de nuestra escala de valores y del lugar que Dios en nuestras vidas? ¿Qué o quién ocupa el lugar central en nosotros? ¿Cuál es el tamaño de nuestro propio yo, de nuestras cosas, nuestros propios asuntos? Tenemos la experiencia de muchos que, con razón o sin ella, se van “en busca una vida mejor hasta que las cosas cambien en nuestro país”. Pero también nuestra oración también podría ser para comprometernos de hacer algo concreto para lograr una transformación positiva para todos. Jesús dice: “El que busca, encuentra” (Lc. 11,9). Y, cada uno encuentra aquello que quiere. “Si buscamos consuelo, sabiduría, paz, perdón, sentido para la vida, podemos contar con que Dios nos lo da. Si buscamos sentir que cumplimos nuestra responsabilidad, hacer gala de nuestra bondad y rectitud, también vamos a regresar habiéndolo encontrado. El fariseovolvió satisfecho, porque pudo exponer sus virtudes personales, Jesús: oraba siempre y se tomaba mucho tiempo para ello. Por eso “si de veras queremos un mundo diferente, si estamos dispuestos a comprometernos con el cambio, sepamos que la oración es el camino.” “Entonces nuestra búsqueda y nuestra oración no servirán sólo para reforzar nuestras ideas, nuestra forma de vivir, nuestra conveniencia” (Marina Rubino y Victor Rodino). Lo haremos concientes que buscando el reino de Dios y su justicia recibiremos también todo lo demás por añadidura. (Mateo 6,33). Amén. (*) 24º Edición de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, Buenos Aires, Argentina. Rodolfo Roberto Reinich, |
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