Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach, Redaktion: R. Schmidt-Rost

Predicación para el 5.domingo de Cuaresma, 28 de marzo de 2004
Texto según LET serie C: Lc 20: 9-19
por Marcos
Abbott , Madrida

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


HACIENDO CASO OMISO AL DUEÑO

Lucas 20:9-19

El palco del presidente de un club de futbol es el más prestigioso de todos. Está mejor situado para ver toda la acción del partido.

¿Qué pasaría si un día el presidente, en un programa de promoción del club, decidiera prestar su palco a personas anónimas de la calle mientras él esté de viaje? Pero luego al regresar, los nuevos ocupantes del palco no permiten que el presidente use su palco. ¿Qué pasaría? Ya sabemos.

En la parábola de Lucas el dueño ha encomendado la viña a los labradores. Ellos tienen la responsabilidad de cuidar la viña y luego entregar los beneficios de la cosecha al dueño. El dueño les permite quedarse con una porción para su mantenimiento y beneficio. Eso es una práctica común en todo el mundo. Mi propia abuela tiene terreno agrícola arrendado.

El problema es que los labradores parecen olvidar quién es el dueño de la viña. Quieren quedarse con toda la cosecha, y cuando reclama el dueño, le hacen caso omiso. Insultan y golpean los enviados por el dueño. Aún peor, cuando envía su único hijo, lo matan.

Este acto provoca el día de juicio. El dueño mismo viene con toda la fuerza de la ley. Destruye a los labradores y escoge a otros.

La identificación de los personajes en la parábola es fácil. Dios es el dueño de la viña; los labradores son los líderes religiosos de Israel; Los “otros” a que da la viña son los gentiles; los siervos enviados por el dueño son los profetas; y el hijo y la piedra desechada son Jesús, por supuesto.

La esencia de la parábola se enfoca en la relación con el dueño de la viña, es decir Dios. La parábola presenta trescriterios de relación con Dios.

Primero, reconocer al dueño como el dueño, y no olvidarlo nunca. Dios es Dios, y nosotros no lo somos. Parece tan obvio, pero es tan fácil de olvidar. Dios es Dios, y nosotros no lo somos.

El pecado es todo al contrario. Es el rechazo de la autoridad de Dios y la subsecuente exaltación de uno por encima de Dios. Es idolatría, y nosotros somos el dios sustituto. La base de toda buena relación con Dios es el reconocimiento en el corazón y en la práctica de que Dios es Dios. El dueño no nos ha regalado ni vendido la viña.

El segundo criterio de relación con Dios que encontramos en esta parábola es que debemos ejercer una mayordomía responsable de lo encomendado. La viña es de Dios, pero nos lo ha encomendado. Nuestro papel es de ejercer una mayordomía conforme a las expectativas y al carácter del dueño. El abuso de esta responsabilidad es una indicación clara de que hemos olvidado el primer criterio de relación.

Todos tenemos un encomendado de Dios, y todos seremos responsables ante Dios por este encomendado. En la parábola, los labradores querían hacer caso omiso al dueño y a sus emisarios, y querián evitar un rendir de cuentas.

El tercer criterio de relación es aceptar a Cristo como representante de Dios. El elemento radical del evangelio desde la perspectiva judía es que nuestra relación con Cristo determina nuestra relación con Dios. Jesús dice en Lucas 9:26: “el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria”.

Para resumir, nuestra relación con Dios, según la parábola, se orienta conforme a tres criterios. Primero, Dios es Dios y no nosotros mismos. Segundo, tenemos un encomendado de Dios por lo cual somos responsables y tendremos que rendir cuentas algún día. Y tercero, nuestra relación con Dios depende de nuestra relacion con su hijo, Jesucristo.

Pero no quiero parar aquí. Algo me inquieta. ¿por qué rechazaron los labradores a los emisarios, hasta el mismo hijo del dueño? Aunque la respuesta a esta pregunta no es el mensaje intencionado de la parábola, creo que una breve reflexión sobre ella nos llevará a la esencia del evangelio.

Se supone que los líderes religiosos estaban cumpliendo la voluntad de Dios, que tenían los intereses de Dios por encima de los suyos. Entonces, ¿por qué mataron a los profetas? ¿Por qué rechazaron a Cristo?

No olvidemos que los líderes religiosos representaban la élite de la sociedad. Los saduceos controlaban el Templo, que era la eje de la economía de Israel. Ofrecieron un sacrificio en el Templo cada día para el emperador romano. Querían mantener buenas relaciones con el poder ocupante.

Los privilegiados en cualquiera sociedad usan una ideología para justificar su postura de privilegio sobre los demás. No hay validación mayor que la aprobación de Dios, ¿verdad? Se desarrolló un culto alrededor del emperador romano para legitimar la subyugación y el dominio del imperio. Los líderes de Israel usban el poder y la religión para justificar su posición privilegiada también.

En la parábola, cuando viene el dueño para destruir los labradores deshonestos y colocar a otros, ¿qué está buscando? Está buscando labradores honestos que mantendrán la relación apropiada con el dueño y con lo encomendado.

La intervención de Dios, que llamamos la salvación, produce una inversión social. Humilla a los exaltados y exalta a los humildes. En vez de personas que usan la religión para legitimar sus propios intereses y privilegios, que suplantan a Dios como dueño, Dios quiere personas que humildemente dependen de y confían en la gracia de Dios. Aceptan la encomienda como un don de gracia y no olvidan que la viña es del dueño. Su mayordomía fiel es una acción de gracias cotidiana por la gracia.

El dueño de la viña viene. El día de juicio se acerca. Todos tendremos que rendir cuentas a Dios.

Con esto en mente, la Cuaresma es un tiempo de reflexión sobre nuestra relación con Dios y sobre nuestra mayordomía de la encomienda. Recordemos que Dios es Dios, y nosotros no lo somos; que tenemos una encomienda de Dios y que esta encomienda es de pura gracia. Recibamos al hijo de Dios para trabajar hombro con hombro en la viña del Señor. Amén.


Cuaresma 2004
Marcos Abbott, Madrid
academico@centroseut.org


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